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Arturo Castillon y Shemon Salam

Es bastante claro que la revuelta de George Floyd fue una respuesta al racismo, específicamente al racismo anti-negro, pero tenemos que enfatizar que esta revuelta fue también un conflicto de clases como el que nuestra generación nunca ha visto. Los disturbios contra la policía fueron generalmente iniciados por proletarios Afroamericanos, pero también es cierto que los pueblos blancos, latinos, asiáticos e indígenas lucharon en la revuelta. No fue solo un levantamiento negro, sino también un levantamiento de jóvenes blancos y otros grupos racializados. Esta dialéctica entre la liberación negra y la revuelta universal es lo que le dio al levantamiento su inmenso potencial: desempleados, trabajadores precarios, obreros y rebeldes de la clase media, todos unidos en una batalla multirracial contra el estado y la sociedad burguesa.

Al mismo tiempo, no podemos ignorar el hecho incómodo de que gran parte de la contrainsurgencia politica fue dirigida por policía negra, políticos negros, empresas de propiedad negra y organizaciones de ONG negras, que desempeñaron un papel clave en la cooptación de la revuelta. Cuando estos grupos se presentaron a las protestas y denunciaron las tácticas ilegales del proletario, los militantes que estaban dispuestos a luchar solían irse a casa, dudando de estos funcionarios del movimiento. Junto a la cruda violencia de la policía y los paramilitares, la política reaccionaria de la contrainsurgencia (liderada por los Afroamericanos de clase media) forzó el horizonte de la revuelta a situarse dentro de los límites de las reformas y la política electoral. A medida que avanzaba el verano y la contrainsurgencia entraba en pleno apogeo, los disturbios se volvieron menos frecuentes y las fronteras raciales fueron reimpuestas cada vez más por una alianza flexible de “aliados blancos” y “líderes negros” que trabajaban en conjunto con políticos, organizaciones de ONG, y empresas locales.

Junto a la raza y la clase, el género también definió la dinámica interna de la revuelta, ya que mujeres, hombres y personas de todos los géneros participaron en los disturbios. Pero si fue el racismo anti-negro y la opresión de clase de los proletarios Afroamericanos  que inicialmente desencadenó el levantamiento, fue a través de la contradicción de género que la revuelta comenzó a llegar a su fin. En el caso de las protestas de Breonna Taylor que siguieron al levantamiento inicial de George Floyd, parecía que menos proletarios estaban dispuestos a salir y luchar por Breonna. La revuelta de George Floyd estuvo plagada por estas y otras contradicciones. Si no las tomamos en cuenta, no podemos esperar comprender la dinámica interna de la revuelta, y mucho menos desarrollar sus posibilidades insurgentes.

Una Revuelta Dirigida por el Proletario Negro

Los casos frecuentes de violencia policial racista en los EE. UU., especialmente contra los Afroamericanos, han resultado en rebeliones como las que pasaron a lo largo de la década de los sesentas, los disturbios de Los Ángeles de 1992, Ferguson en 2014, Baltimore en 2015, Baton Rouge y St. Paul en 2016. Sin embargo, lo que es diferente de la revuelta de 2020 es el grado en que participaron las personas que no son negras. Lo más sorprendente fue la gran cantidad de blancos que participaron en los disturbios y los saqueos. Por supuesto, esta no fue la primera vez que los blancos se rebelaron junto con los negros, pero aún así, la participación de los blancos en la revuelta de 2020 fue mucho más que en las revueltas anteriores, demonstrando que ya no se podía contar con la blancura para mantener unidos a todos los blancos como un bloque contrarrevolucionario. Los disturbios de 2020 revelaron un sector de gente blanca que podemos describir como “traidores raciales”, militantes antirracistas blancos que lucharon (e incluso murieron) junto a militantes de color en la revuelta.

El levantamiento de George Floyd fue definido por varias crisis interrelacionadas, incluyendo la brutalidad policial, el encarcelamiento masivo y el racismo contra los negros, pero también la pandemia de Covid-19 y la crisis general del capitalismo. Es en el contexto de estas crisis entrelazadas que debemos situar la dinámica multirracial expansiva de la revuelta. La división de clases se ha profundizado considerablemente desde la década de 1970: el proletario ha sufrido décadas de desindustrialización, disminución de los salarios, y crisis financieras. Además de esto, la pandemia de Covid-19 ha reducido drásticamente el nivel de vida del proletario y ha creado la peor recesión mundial desde la década de 1930. Cuando se agrega el impacto de todas estas crisis con la discriminacion racial, el resultado es una muestra representativa grande y muy diversa de proletarios muy insatisfechos y muy rebeldes.

Una Contrainsurgencia Dirigida por Negros

Mientras que avanzaba el verano, la contrainsurgencia negra fue una fuerza decisiva para detener el impulso de la revuelta. En ausencia de un medio más amplio de revolucionarios negros, pocos militantes estaban dispuestos a desafiar a los negros contrainsurgentes que, lejos de ponerse del lado de la rebelión del proletario negro, eran abiertamente hostiles a esta rebelión. Este no fue un fenómeno local en una o dos ciudades, sino una dinámica que se desarrolló en todo el país. Cuando los políticos negros, los líderes policiales negros y las organizaciones de ONG negros aparecieron y comenzaron a denunciar los aspectos ilegales del levantamiento, muchos manifestantes obedecieron y se cayeron en fila. Mientras que el proletario negro continuó lanzando rebeliones esporádicas durante el verano y el otoño, muchos oponenents de la revuelta continuaron afirmando que los agitadores de afuera eran responsables de todos los disturbios. Cuando esta narrativa fue manejada por líderes negros respetables, fue especialmente efectiva para desalentar más revueltas.

Los problemas que llevaron a los incendios de 2020 sin duda habrían sido fáciles de resolver si los responsables fueran provocadores de afuera, pero esta narrativa solo oscureció la realidad de que se trataba de una revuelta multirracial contra una clase dominante multirracial. Fue un levantamiento de los proletarios negros y sus aliados contra un sistema urbano multirracial, en gran parte demócrata, que incluye a políticos negros, policías negros, capitalistas negros y organizaciones de ONG negros. Este fue el caso de Minneapolis, Chicago, Kenosha, Filadelfia, Atlanta, Birmingham, Tampa y muchas otras ciudades. Sin duda, detrás de la élite negra se encuentran organizaciones filantrópicas de millones de dólares, universidades, el estado y, en última instancia, la élite blanca. Sin embargo, esto no cambia el hecho de que una contrainsurgencia liderada por negros tuvo un gran papel en la neutralización de un levantamiento liderado por el proletario negro.

Este argumento puede ser controvertido para algunos, pero refleja cambios concretos que se han producido desde la década de 1960, en particular el endurecimiento de las tensiones de clase. Por supuesto, esto no es del todo nuevo: las rebeliones de la década de 1960 ya habían revelado un creciente conflicto entre el proletario negro y una pequeña élite negra. A lo largo de las décadas, este conflicto de clases sólo se ha profundizado, alcanzando nuevas alturas en los disturbios de 2020.

El Género en la Revuelta

La policía asesinó a Breonna Taylor en marzo de 2020 mientras cumplían una orden judicial en su casa en Louisville, Kentucky. Las protestas y acciones que pasaron tras el anuncio del veredicto en ese caso fueron posiblemente las menos militantes de las principales protestas de 2020. ¿Por qué? ¿Por qué la gente no luchó tan duro por Breonna como lo habían hecho por George? ¿Fue porque el impulso de la revuelta ya había terminado cuando ocurrieron las protestas de Breonna Taylor a finales de septiembre? ¿Fue porque la Guardia Nacional impidió una rebelión? ¿O fue simplemente porque el movimiento no lucha tan duro cuando la policía asesina a una mujer negra?

La explicación más obvia es que no hubo un video viral del asesinato de Breonna Taylor. En contraste, hubo un video muy brutal y detallado del asesinato de George Floyd. Si este factor tiene mucho que ver con la razón por qué la gente se siente más obligada a luchar en un caso que en otro, también podemos señalar que han ocurrido muchas rebeliones contra la policía cuando no había video, especialmente antes de los disturbios de Los Ángeles de 1992. No hubo ningún vídeo cuando los rebeldes en Chicago saquearon el Magnificent Mile en respuesta al tiroteo policial de Latrell Allen a principios de agosto de 2020.

También está el argumento de que el impulso de la revuelta ya estaba cayendo cuando anunciaron el veredicto en el caso de Breonna Taylor a finales de septiembre. Este es ciertamente un factor. El levantamiento inicial estaba en una tendencia a la baja en este punto. Pero aún seguían ocurriendo rebeliones localizadas; hubo dos rebeliones muy intensas en Wauwatosa y Filadelfia el mes siguiente, en octubre. Entonces, el argumento de que el impulso de la revuelta había terminado, tampoco se sostiene.

El hecho de que la Guardia Nacional ocupó Louisville en anticipación de las protestas es un factor importante detrás de la falta de militancia. Como sucedería con Kenosha a principios de enero de 2021 tras el veredicto sobre el policía que disparó Jacob Blake, al ocupar la ciudad preventivamente, la Guardia Nacional impidió que ocurriera una rebelión en Louisville. Tanto Louisville como Kenosha confirmaron que cuando el estado anticipa una rebelión y está activamente preparado para ella, es casi imposible que el proletario derrote al estado. Ya que era impossible luchar en el centro de Louisville, los proletarios negros comenzaron a saquear algunas áreas en las afueras de la ciudad, pero eso fue todo.

Al igual que Minneapolis, Kenosha, Portland o Seattle, Louisville es una ciudad mayoritariamente blanca. Sin embargo, a diferencia de los disturbios de George Floyd que ocurrieron en estos lugares y en Louisville a fines de mayo de 2020, los proletarios blancos estuvieron notablemente ausentes durante las protestas de Breonna Taylor en septiembre. Esto marcó un cambio en la composición de los disturbios, de ser mas multirraciales a ser mas negros, un cambio que se repetiría en las rebeliones de Wauwatosa y Filadelfia en octubre. Si el proletario multirracial tomó la ofensiva en el verano y esporádicamente a principios del otoño, a mediados del otoño parecía que solo los elementos más insurgentes del proletario negro todavía estaban dispuestos a luchar. Parece que el cambio crucial ocurrió en septiembre. Hubo una rebelión multirracial en Lancaster, Pensilvania a principios de septiembre, pero lo que pasó en Louisville nos señaló que esta tendencia empezó a retroceder a finales de ese mes.

Entonces, ¿qué nos dice la falta de rebelión en Louisville sobre el género en la revuelta?

Es ineludible que las revueltas más militantes hasta ahora hayan sido en respuesta al asesinato de hombres negros. Si bien podemos interpretar esto como un signo de el patriarcado, también refleja el hecho básico de que, además de los hombres indígenas, los hombres negros son las personas más encarceladas y asesinadas por la policía. Para ponerlo en contexto, la policía ha asesinado a 1.377 hombres negros desde 2015, en contraste con 48 mujeres negras.[1] Dado el nivel desproporcionado de violencia policial contra los hombres negros, no debería ser sorprendente que este grupo sea la fuerza principal detrás de la mayoría de las rebeliones contra la policía.

Intentando evitar la rebelión, los activistas de la paz[2] acusan a los revoltosos de poner en peligro a mujeres y niños, afirmando el pacifismo en su nombre. Esta línea de pensamiento reduce a las mujeres a espectadoras pasivas de la ira y la violencia de los hombres, cuando en realidad las mujeres fueron participantes activas en la revuelta. Aunque la lógica común es que los hombres son los luchadores y las mujeres las cuidadoras, la revuelta rompió este binario, mostrándonos que las mujeres no sólo ofrecían asistencia médica y alimentos y otras formas de reproducción social, sino que también estaban rompiendo ventanas, luchando contra la policía, iniciando incendios y saqueando tiendas. Una mirada superficial a los que fueron arrestados en los disturbios del año pasado lo confirma.[3] Al reconocer esto no estamos negando el monopolio de la violencia que los hombres ejercen en una sociedad patriarcal. No queremos generalizar demasiado, pero nuestra experiencia es que los hombres negros asumieron un papel importante en el saqueo, en la destrucción de la propiedad y en las luchas callejeras. Podemos reconocer esto y las razones detrás de ello, al mismo tiempo que reconocemos a las mujeres negras en Filadelfia y Chicago que saqueaban y luchaban contra la policía, o las mujeres negras en Louisville que abiertamente llevaron pistolas y rifles durante las protestas de Breonna Taylor. Aunque muchos creen que los disturbios y los saqueos son inherentemente masculinos, como hemos visto con los disturbios feministas en Ciudad de México, y como la anarquista Vicky Osterweil nos ha señalado, estas actividades pueden ser bastante femeninas.[4][/footnote]

Para resumir: elementos del proletario respondieron con algunas marchas armadas y algunas noches de saqueos en Louisville, pero las protestas de Breonna Taylor no se convirtieron en una rebelión más general. Este fue el resultado de una combinación de factores que limitaron el potencial insurgente de las protestas:

  1. Represión preventiva. La Guardia Nacional ocupó Louisville preventivamente, haciendo que el proletario perdiera el elemento sorpresa (como también pasó en Kenosha a principios de enero de 2021).
  2. La composición menos diversa de los disturbios. La composición de los disturbios cambió significativamente desde principios de septiembre, cuando hubo una rebelión multirracial en Lancaster, Pensilvania. En contraste, a finales de septiembre, sólo los sectores más militantes del proletario negro sun estaban en rebelión.
  3. La marginación de las mujeres negras en la lucha contra la policía. El proletario generalmente no se rebela cuando las mujeres negras son asesinadas por la policía. Si por un lado esto refleja un límite importante con respecto al género, incluida la falta de reconocimiento y amplificación de las mujeres militantes, por otro lado, esto también refleja el hecho básico de que los hombres negros son asesinados por la policía de manera desproporcionada.

Conclusión

 Una y otra vez durante la revuelta de 2020, proletarios de todos los colores y géneros se unieron para atacar el estado policial y saquear el capitalismo. La Guardia Nacional tuvo que ocupar docenas de ciudades en todo el país para parar el levantamiento inicial, y aun con eso, las rebeliones localizadas continuaron surgiendo hasta el otoño. Las alianzas radicales que surgieron en las calles dieron un vuelco a las nociones de sentido común de género, clase, raza, solidaridad, política y organización. Sin embargo, este movimiento también se encontró con límites a medida que se desarrollaba la contrainsurgencia y se disipaba la unidad compartida en las calles.

Si vamos a prepararnos para el próximo aumento de la resistencia, tendremos que enfrentarnos a las contradicciones internas esbozadas en este texto, incluso el surgimiento de una contrainsurgencia liderada por negros, la disminución de la participación de los blancos en los disturbios, y la tendencia de centrar los hombres en los disturbios mientras ignorando a las mujeres que participaron. Sin embargo, la capacidad de superar estos límites internos depende en gran medida de si los proletarios están dispuestos a abordarlos en el proceso de luchar juntos contra un enemigo común. Podemos ayudar a que esto suceda si articulamos una estrategia de lucha revolucionaria que aborde directamente las contradicciones específicas de género, raza y clase dentro del movimiento.


  1. “Police shootings database 2015-2021”, The Washington Post.
  2. Los “activistas de la paz” son manifestantes que intentan parar a los otros manifestantes de participar en tácticas ilegales como saqueos, destrucción de propiedad, lucha contra la policía, etc.
  3. Michael Loadenthal (July 1, 2020) “Tracking federal cases related to Summer protests, riots, & uprisings”, The Prosecution Project.
  4. Zoe Samudzi (June 10, 2020) “Stealing Away in America”, Jewish Currents.[footnote]null

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EL SIGNIFICADO REVOLUCIONARIO DE LA REVUELTA DE GEORGE FLOYD Copyright © 2021 por Arturo Castillon y Shemon Salam se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial 4.0 Internacional, excepto cuando se especifiquen otros términos.