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Ciudades Pequeñas en la Revuelta de George Floyd

Shemon Salam; Arturo Castillon; y Atticus Bagby-Williams

La ciudad pequeña todavía no existe en el mapa de la izquierda revolucionaria en los Estados Unidos. En cambio, la mayoría de los revolucionarios se centran en las ciudades grandes, pero no tienen relaciones con los revolucionarios en los suburbios a unos pocos kilómetros de sus ciudades.

En términos geográficos, los polos históricos y culturales de la izquierda en los Estados Unidos son Oakland y la ciudad de Nueva York. La mayoría de la estrategia organizativa proviene de estas dos ciudades. A un nivel, esta geografía limitada refleja los antecedentes de clase, el estatus cultural, la educación universitaria y los prejuicios costeros que se relacionan con el liberalismo de la izquierda. Por ejemplo, Occupy era un movimiento nacional con campamentos esparcidos por todo el país, pero la atención nacional seguía en Nueva York y Oakland.

Con la revuelta de 2014 en Ferguson, ahora podemos mirar hacia atrás y decir que esta rebelión presagiaba una geografía de lucha más amplia, aunque esto no estaba claro en ese momento. La mayoría de la gente no había oído hablar de Ferguson antes del asesinato policial de Mike Brown y los disturbios que siguieron. De repente, un pequeño suburbio de St. Louis se convirtió en el centro de atención nacional. Nueva York y Oakland no fueron necesariamente desplazados como los polos extremos de la izquierda revolucionaria, pero ya no estaban bailando solo entre ellos, sino estaban dando vueltas alrededor de un nuevo centro de gravedad: la pequeña ciudad suburbana. Pero cuando los incendios de Ferguson desaparecieron, el sistema binario emergió una vez más entre Nueva York y Oakland.

Cuando la revuelta de George Floyd se extendió por todo el país, se produjeron decenas de disturbios en ciudades más pequeñas como Spokane (estado de Washington), Eugene (Oregón), Fargo (Dakota del Norte), Salt Lake City (Utah), Atlantic City (Nueva Jersey), Lynchburg (Virginia), Columbia (Carolina del Sur), Fort Lauderdale (Florida). Las ciudades grandes y medianas ciertamente tomaron el centro del escenario, con disturbios explosivos en lugares como Minneapolis, Oakland, Portland, Nueva York, Filadelfia, Atlanta, Miami. Si bien se ha prestado mucha atención a estas ciudades más grandes, los disturbios en las ciudades pequeñas y los suburbios se han pasado por alto en gran medida. La única excepción aquí es Kenosha, que no se pudo ignorar después de que un contra-manifestante armado disparó a los manifestantes de Black Lives Matter y mató a dos de ellos.

Los disturbios están creciendo en las ciudades pequeñas y los suburbios de todo el país, pero este tampoco es un fenómeno completamente nuevo. Los disturbios de los 1960s ya habían expuesto una geografía de lucha más amplia, aunque la mayoría de la gente no recuerda esta época de esta manera. Junto a las grandes ciudades como Los Ángeles, Chicago y Detroit, las ciudades pequeñas también explotaron en ciudades pequeñas como Rochester (Estado de Nueva York), York (Pensilvania), Omaha (Nebraska), e incluso en pueblos pequeños y suburbios como Wadesboro (Carolina del Norte), Saginaw (Michigan), Plainfield (Nueva Jersey) y Cairo (Illinois). De hecho, casi la mitad de los disturbios durante el “largo verano” de 1967 ocurrieron en ciudades pequeñas  y pueblos.

Quizás podríamos recordar los disturbios en ciudades más pequeñas como Cincinnati en 2001, Benton Harbour en 2003, o Toledo en 2005, de manera diferente si otros eventos históricos mundiales no hubieran sucedido a principios de la década de 2000: el 11 de septiembre, la guerra en Afganistán e Irak, el huracán Katrina en Nueva Orleans y, por supuesto, la crisis económica de 2008. Estos eventos gigantescos sofocaron el comienzo del siglo 21, ahogando las luchas que estaban ocurriendo en contra del Estado. Solo ahora, años después, podemos conectar los puntos de un evento a otro y ver que se estaba desarrollando un proceso histórico que culminó en la revuelta de 2020.

Claramente, no solo son las ciudades grandes las que preparan el escenario para disturbios y levantamientos. Dada la creciente suburbanización de donde viven y trabajan los proletarios en los Estados Unidos, nuestra apuesta es que las ciudades pequeñas y los suburbios jugarán un papel grande en las batallas y rupturas que vienen. Por tanto, es fundamental que analicemos la dinámica particular de estos lugares y las implicaciones estratégicas que plantean.

Conflicto en las Periferias

La revuelta de George Floyd reveló un estrato proletario que ya no vive en las grandes ciudades. A medida que los suburbios han creciendo en población, se han convertido en el hogar de una sección más diversa del proletario, que es cada vez más Latino y Negro. Este estrato participó en los disturbios de 2020, en ciudades más pequeñas como San Bernardino (California), Des Moines (Iowa), Champaign (Illinois), Lansing (Michigan), Albany (Estado de Nueva York), Brockton (Massachusetts), Providence (Rhode Island), Richmond (Virginia), Birmingham (Alabama) y otros lugares.

Algunos proletarios están abandonando las ciudades más grandes a medida que se vuelve más caro vivir en ellas, y están encontrando viviendas más asequibles en los suburbios y ciudades pequeñas que rodean las grandes ciudades. Esta tendencia también se ve reforzada por el hecho de que los trabajos continúan alejándose del núcleo urbano hacia los suburbios y pequeñas ciudades en la periferia de la metrópoli.

Por supuesto, las ciudades pequeñas no son homogéneas y, de hecho, tienen varias diferencias. La pequeña metrópoli es muy diferente del suburbio o la ciudad satélite, no sólo en términos de tamaño y población, sino más importante aún, en términos de economía política. Mientras que las ciudades pequeñas como Kenosha o Wauwatosa son suburbios de ciudades más grandes como Milwaukee, una pequeña metrópolis como Birmingham, Durham o Albany, forma su propio núcleo económico y tiene sus propios suburbios.

Podemos dividir aún más la economía política de las ciudades pequeñas entre dos tipos. El primer tipo es la ciudad pequeña empobrecida: esta es la ciudad pequeña que ha recibido poca o ninguna inversión de capital, más comúnmente conocido como gentrificación. Esto incluye ciudades pequeñas como Rockford (Illinois), Chester (Pensilvania), Forest Park (Georgia) o Kenosha (Wisconsin). Las ciudades pequeñas empobrecidas se encuentran dispersas por todo los Estados Unidos.

El segundo tipo es la ciudad pequeña que ha experimentado una afluencia de inversión de capital, ciudades como Durham (Carolina del Norte), Pittsburgh (Pensilvania), Lancaster (Pensilvania) o Rochester (Estado de Nueva York). Aquí, la inversión consiste en revitalizar la ciudad pequeña como destino turístico y como centro de trabajos administrativos en los sectores de la salud, la tecnología y la educación. Por supuesto, este tipo de inversión no significa menos racismo ni menos pobreza para el proletario, que todavía se encuentra relegado a trabajos de bajos salarios, sin beneficios y sin seguridad laboral.

Aunque algunas ciudades pequeñas sean más atractivas para los suburbanos y los yuppies, se desarrolla el mismo patrón que en las grandes ciudades : los proletarios no tienen el dinero para vivir en el núcleo urbano comercializado y son empujados a las periferias de la ciudad, donde el alquiler es más asequible. Aunque haya estos pequeños distritos comerciales, los centros de arte, cultura y entretenimiento, la concentración de pobreza racializada continúa creciendo en estas pequeñas ciudades, reforzando la desigualdad social que eventualmente explota en una revuelta abierta, como vimos en los disturbios de Daniel Prude en Rochester y en el motín de Ricardo Muñoz en Lancaster, a principios de septiembre.

Los Límites de las Ciudades Grandes

Si tomamos la ciudad de Nueva York y ampliamos su geografía al área metropolitana de Nueva York en general, veremos rápidamente que la ciudad depende completamente de las regiones circundantes para sobrevivir. Mirar las cosas desde este punto de vista significa que debemos hacer las siguientes preguntas: ¿de dónde y de quién obtenemos nuestra comida? ¿Nuestra electricidad? ¿Nuestra agua? ¿Combustible y repuestos para metro y autobuses? ¿Y otros bienes esenciales que necesitamos para sobrevivir?

Por ejemplo, ¿de dónde saca NYC su energía? El 31% proviene de la energía nuclear, el 44% del gas natural y el 19% de la energía hidroeléctrica. Nada de esto se produce en la ciudad de Nueva York. Cada una de estas fuentes de energía se encuentra en otro lugar. Desde el punto de vista de la infraestructura energética, la región de Nueva York se extiende por cientos, sino miles, de kilómetros.

Nuestro punto no es que las luchas en las ciudades grandes sean inútiles. La ecología política que existe en las ciudades más grandes puede tener un gran impacto en el desarrollo político de los revolucionarios en las ciudades más pequeñas, y esa conexión es importante. Sin embargo, nuestro punto es que si vamos a tomar en serio la revolución, las grandes ciudades no son suficientes. Así como el socialismo en un país era imposible, también lo es la revolución en las ciudades grandes. Las ciudades grandes no son islas aisladas. Solo existen en relación con su geografía circundante.

Vale la pena recordar la experiencia de la Comuna de París de 1871. Aquí la geografía fue inseparable de la derrota de la revolución. En el curso de una revuelta proletaria, París pasó hambre porque el asedio de la burguesía bloqueó la ciudad y la aisló de las regiones productoras de alimentos. París no fue excepcional, sino un patrón que se repitió en los movimientos revolucionarios a lo largo de las décadas, en Barcelona, ​​Shanghai, Atenas, Alepo. Con solo un enfoque limitado en la alimentación, debería quedar claro que no hay ninguna posibilidad de revolución si no podemos encontrar solidaridad fuera de las grandes ciudades. Cualquier camino hacia la revolución tendrá que abordar este problema. Si no, nuestro destino será el de los comuneros: hambre y aislamiento.

En una era en la que las ciudades producían cantidades masivas de bienes industriales, James Boggs y Grace Lee Boggs escribieron “La Ciudad es la Tierra del Hombre Negro”, apuntando la posición única de los proletarios negros en las ciudades industriales centrales del Norte. Capturando ciudades como Baltimore, Newark o Detroit en la década de 1960 no solo fue simbólico, sino un nodo de poder real que estaba conectado con la Revolución Negra.

La República de Nueva Afrika señaló una falla en el pensamiento de los Boggs, argumentando que las ciudades del norte estaban rodeadas por un mar de racistas blancos. En contraste, fueron las ciudades negras del sur, ubicadas en una ecología de áreas rurales negras, las que podrían proporcionar el intercambio de recursos que hemos discutido. Sin embargo, una comuna revolucionaria como la de París en 1871 nunca se construyó en los Estados Unidos. Quizás la analogía más cercana podría ser el surgimiento de las élites políticas negras en las principales ciudades, pero esta es una analogía burda. Ninguno de estos alcaldes negros hizieron nada radical, pero rápidamente se toparon con los mismos límites geográficos de estar rodeados de áreas hostiles. Faltaba la inversión de capital, y estas ciudades se empobrecieron mucho. Si esto es lo que puede hacer el capital en estas circunstancias reformistas, ¡imagínense lo que hará el capital si las ciudades hacen todo lo posible en una insurrección anticapitalista!

Nuestro enfoque en las ciudades pequeñas, por lo tanto, no es moralista, sino estratégico. Las ciudades pequeñas suelen ser nodos importantes que conectan con las zonas rurales. A diferencia de las ciudades medianas y grandes, las ciudades pequeñas están rodeadas no solo por suburbios, sino también por exurbios y el campo, lugares donde la agricultura, la producción de energía y las industrias extractivas están más concentradas. No hemos hablado de economías urbanas en términos de regiones metropolitanas, pero las ciudades pequeñas y los suburbios también constituyen una parte creciente de la economía metropolitana. Si la manufactura ha abandonado en gran medida las grandes ciudades, en muchos casos ha migrado a los suburbios a unos pocos kilómetros de distancia. Las ciudades pequeñas y los suburbios también son una parte crucial de la infraestructura logística de los EE. UU., y desempeñan una función esencial en la distribución, transporte y almacenamiento de productos básicos. Los centros de distribución de Amazon y Walmart a menudo se encuentran en estos lugares.

Para algunos, la lección de los disturbios de este verano es que debemos luchar contra la policía. Esta lección solo tiene sentido como parte de un plan más amplio que desarrolla la coordinación entre ciudades pequeñas, suburbios y ciudades grandes. Luchar contra la policía no es un fin, sino un medio para lograr un fin. Si no tenemos cuidado, puede convertirse en un callejón sin salida. Para nosotros, la lección crucial de la revuelta de 2020 se refiere a las cuestiones de infraestructura, territorio, poder y revolución. ¿Cómo se generaliza la revuelta hacia una insurrección, y de ahí hacia una revolución? Por todas las razones enumeradas anteriormente, creemos que las ciudades pequeñas y los suburbios son una parte esencial de cómo sucede esto.

Particularidades Estratégicas

Los disturbios en las ciudades pequeñas exhibieron algunas de las mismas características que los de las ciudades grandes. Los departamentos de policía se vieron rápidamente abrumados por la multitud. Si bien la contrainsurgencia política tiene una base más pequeña en ciudades pequeñas, la contrainsurgencia todavía sucedía en estos lugares, ya que los activistas de la clase media y los políticos locales intervinieron para parar y evitar los disturbios.

Al mismo tiempo, es importante distinguir en qué se diferencian los disturbios en las ciudades pequeñas. El entorno específico de estos lugares produce formas de lucha particulares: la descentralización del terreno físico y la centralidad de los automóviles permite una mayor movilidad. En este sentido, las ciudades pequeñas son fundamentalmente diferentes de las grandes ciudades. En contraste con la estructura más rígida de las ciudades grandes, en las ciudades pequeñas existe una organización espacial altamente difusa en lo que las casas adosadas, los edificios de apartamentos, los complejos de viviendas y los parques de casas rodantes se encuentran entre carreteras y autopistas, jardines y terrenos inmobiliarios, parcelas de bosques y estacionamientos, campos de golf y centros comerciales, todo lo cual hace que sea mucho más difícil crear puntos de estrangulamiento para acorralar a los manifestantes y realizar arrestos masivos. En teoría, hay mucha más profundidad estratégica disponible para el movimiento de la multitud.

Además, en contraste con la policía en la ciudad de Nueva York, Los Ángeles u otras ciudades grandes, que entrenan regularmente en técnicas antidisturbios, los departamentos de policía en las ciudades pequeñas son generalmente ineptos y mal entrenados cuando enfrentan multitudes hostiles. Al reaccionar ante situaciones de disturbios, se ven rápidamente abrumados y superados en las calles. Los militantes se pueden aprovechar de esto.

Por supuesto, también hay desventajas de la insurrección en las ciudades pequeñas. A menudo, no hay distritos comerciales en el centro de la ciudad para movilizarse, y cuando los hay, son muy pequeños y fácilmente rodeados. Debido a que hay menos concentración de capital en las ciudades pequeñas, el poder está más disperso y es más difícil de encontrar. Debido al pequeño tamaño de estos lugares, otra desventaja es que es más probable que el estado de seguridad sepa quiénes son los militantes clave.

Otra característica de las ciudades pequeñas es la ausencia de un medio de izquierda revolucionaria. Este no fue siempre el caso, pero ha sido así desde hace mucho tiempo. Esto no pretende insultar o menospreciar a los revolucionarios en las ciudades pequeñas. De hecho, la falta de un entorno de izquierda podría ser una bendición disfrazada, ya que hay menos activistas, profesionales y académicos para mediar, cooptar o detener los disturbios.

Debido a sus condiciones únicas, la organización revolucionaria en estos lugares será diferente a las ciudades grandes. No queremos reproducir el mismo medio político estrecho que existe en las ciudades grandes, pero en una forma más pequeña. Nuestros proyectos deben crear lugares donde los proletarios se reúnan, aprendan y diseñen estrategias, y deben proporcionar infraestructura que ayude en el combate de clases. Para ello es necesario seguir y participar en las luchas del proletario, que pueden manifestarse como militancia laboral, huelgas de inquilinos, defensa de desalojos, disturbios contra la policía, saqueos, etc. No hay receta para esto. Tiene que ser desarrollado cuidadosamente a partir de las necesidades tácticas y estratégicas de cada lucha específica.

Construyendo un Puente Entre Ciudades Pequeñas y Ciudades Grandes

Los revolucionarios de las ciudades pequeñas a menudo viajan a las ciudades grandes  para participar en manifestaciones y apoyar la organización radical, pero es mucho menos probable que veamos lo contrario. Rockford, por ejemplo, está a 90 minutos de Chicago, pero pocos radicales en Chicago han pisado en Rockford. Sin embargo, los proletarios en esta pequeña ciudad se amotinaron por dos noches durante la revuelta de George Floyd. Si la izquierda revolucionaria de Chicago puede participar en una rebelión cercana en Kenosha, ¿su apoyo se extenderá más allá de eso?

Este no es un argumento moral, sino un problema directo e inmediato sobre cómo sobreviviremos a la crisis capitalista y cómo reproduciremos nuestra capacidad de vivir y luchar. Desde el punto de vista de la estrategia revolucionaria, hacer conexiones con las ciudades pequeñas es una parte clave para evitar el aislamiento de las ciudades grandes, que dependen de la ecología de las regiones circundantes. Si el objetivo es la revolución, es imperativo comenzar a construir relaciones de confianza entre los militantes en las ciudades grandes y los militantes en las ciudades periféricas más pequeñas. En lugar de tomar una docena de vuelos a Oakland o la ciudad de Nueva York, Berlín o París, una orientación revolucionaria implica conducir horas fuera de Oakland o la ciudad de Nueva York y establecer relaciones políticas con personas en ciudades pequeñas como Vallejo, Manteca, Modesto y Merced, o Allentown, Scranton y Utica.

Esto será muy difícil de hacer. Si bien los trabajos se están trasladando cada vez más a ciudades y suburbios más pequeños, sigue siendo cierto que la mayoría de los trabajos aún se concentran en grandes núcleos urbanos. Obviamente, los revolucionarios necesitan mantener puestos de trabajo para sobrevivir bajo el capitalismo. Pero también existen otras limitaciones intangibles. Las ciudades pequeñas son lugares de aislamiento, sin grandes museos, lugares de música famosos y otras formas culturales interesantes que disfrutamos en las ciudades grandes. Y en la medida en que tratemos de encontrarnos con camaradas similares a nosotros en un lugar nuevo, es posible que al principio no encontremos a nadie. Esto crea muchos problemas sin soluciones fáciles. Las demarcaciones y constitución específica de la ultraizquierda hace difícil el encuentro con otros de nuestra tendencia. Generalmente, los textos que leemos solo se conocen entre la densa ecología de los revolucionarios que viven en las ciudades grandes. En las ciudades pequeñas esto es mucho menos probable. En lugar de comenzar desde un punto textual, tiene más sentido comenzar desde las tareas, tácticas, estrategia y horizontes que han surgido de la revuelta de George Floyd.

Conclusiones

Hay varias conclusiones interrelacionadas. Primero, creemos que algunos revolucionarios deberían trasladarse a estas ciudades periféricas pequeñas y conectarse con militantes proletarios en estos lugares, ya que están más cerca de las infraestructuras de alimentación, manufactura, logística y energía. En segundo lugar, incluso si no nos mudamos a estas ciudades más pequeñas, todavía necesitamos desarrollar relaciones políticas con los militantes en estos lugares. En tercer lugar, debemos aprender tanto de los revolucionarios en las ciudades pequeñas como de los revolucionarios en las ciudades grandes. En cuarto lugar, debemos abandonar nuestro enfoque de organización centrado en las grandes ciudades y desarrollar una nueva praxis que se adapte a la compleja geografía del conflicto de clases en los Estados Unidos.

Es la logística de la revolución la que debe determinar cómo nos organizamos, dónde nos organizamos y con quién nos organizamos. Nuestro argumento sólo tiene sentido en ese punto de vista estratégico. Buscamos nuevas geografías que no centren el capital financiero o inmobiliario, la universidad o el diminuto medio de la izquierda radical, sino que buscamos lo que se requiere para hacer la revolución una posibilidad real, y eso significa ver el mundo de otra manera. No ha sido ningún texto el que ha hecho posible esta perspectiva, sino la revuelta de George Floyd y las otras revueltas que siguieron. Somos simplemente escribas del levantamiento, tratando de conectar los disturbios y las luchas callejeras con la posibilidad de insurrección y revolución. No vemos los disturbios como simples disturbios, sino como un proceso de lucha que abre la posibilidad al derrocamiento del capitalismo. Este camino se cierra a lo largo de la trayectoria de la izquierda centrada en la gran ciudad, que es literalmente el ala izquierda del capitalismo en su posición material. En lugar de una izquierda centrada en las ciudades grandes, necesitamos una izquierda arraigada en la geografía expansiva de la infraestructura esencial y la vida proletaria.

Considerando la historia de este país, nuestro argumento no es tan difícil de comprender. La relación dinámica entre el centro urbano y la periferia ha sido una característica de muchas luchas radicales aquí: las comunidades Cimarrones, el Underground Railroad, los originales Industrial Workers of the World, el Congress of Industrial Organizations, y el Student Nonviolent Coordinating Committee. Incluso hoy, el proletario ha conectado algunos de los puntos. Somos nosotros, en la izquierda radical, los que estamos detrás de ellos, tratando de alcanzarlos y, a menudo, en el camino de su avance. Si bien el proletario no ha completado el mapa, nos ha mostrado algunos caminos y direcciones importantes que debemos tomar.

Sabemos que la infraestructura es clave para sostener los flujos capitalistas, pero ¿qué significa esta infraestructura en el contexto de una insurrección? Bloquear la infraestructura de una ciudad tiene sentido en un momento de revuelta masiva. Pero, ¿cuánto tiempo puedes mantener un bloqueo si tu ciudad se queda sin comida? ¿Qué sucede cuando necesitas agua corriente limpia? ¿Qué pasa cuando necesitas electricidad? ¿El objetivo es bloquear las instalaciones eléctricas o apoderarse de ellas? ¿Cómo podemos prevenir el aislamiento político y militar de las ciudades?

Los disturbios de este verano aún no han producido una alternativa. En este sentido la revuelta ataca a la policía y al capitalismo racial, pero en cuanto los disturbios tomen conciencia de sí mismos, tendrán que proponer una alternativa al capitalismo. Tenemos que hacer todo lo posible para que los disturbios se transformen en insurrecciones, para que se vuelva a levantar la bandera de la comuna cimarrona. Para hacer esto tendremos que enfrentarnos a todas las cuestiones de geografía, de dónde, de quién, y de qué. Esto significa gastar mucho tiempo y energía enraizandose en ciudades pequeñas.

 

Manifestantes alrededor de la Casa Blanca exigen justicia por la muerte de George Floyd. Washington DC, el 30 de mayo de 2020.
Los manifestantes se reunieron alrededor de la Casa Blanca para exigir justicia por la muerte de George Floyd. Washington DC, EE. UU., 31 de mayo de 2020.

 

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EL SIGNIFICADO REVOLUCIONARIO DE LA REVUELTA DE GEORGE FLOYD Copyright © 2021 por Shemon Salam; Arturo Castillon; y Atticus Bagby-Williams se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial 4.0 Internacional, excepto cuando se especifiquen otros términos.