Arturo Castillon & Shemon Salam

Los Angeles – MAYO 30, 2020: Coche de policía atacado durante la marcha de protesta contra la violencia policial por la muerte de George Floyd. 

Al menos 28 personas murieron en la ola de revueltas que arrasó los Estados Unidos desde finales de mayo hasta finales de julio de 2020. En este período de 10 semanas, hubo 574 disturbios; 624 incendios provocados; 2.382 incidentes de saqueo; 97 vehículos policiales incendiados; y 16.241 personas detenidas por actividades relacionadas con la protesta. Además, al menos 13 policías recibieron disparos, 9 fueron atropellados por automóviles y 2.037 resultaron heridos en los disturbios, principalmente por el lanzamiento de piedras, ladrillos y otros proyectiles.[1]

A principios de mayo, pocos habían pronosticado que para fines de ese mes se producirían disturbios generalizados en todo el país. Incluso aquellos que esperaban algo como esto fueron tomados por sorpresa por la magnitud y la ferocidad de los disturbios. En medio de la pandemia de Covid-19, el cierre de la economía, el desempleo masivo y una calidad de vida que se deteriora rápidamente, el levantamiento de George Floyd cruzó el cielo como un meteoro resplandeciente, abriendo un nuevo capítulo en la historia revolucionaria del proletario[2] (o clase trabajadora) estadounidense, que finalmente se unía a la ola global de revuelta que había convulsionado al mundo , en lugares como Haití, Sudán, Líbano y Chile , desde 2019.

Comenzando en Minneapolis el 26 de mayo, el día después de que el video del brutal asesinato policial de George Floyd se volviera viral, los manifestantes comenzaron a atacar la estación de policía del tercer distrito donde trabajaba el oficial que asesinó a Floyd. La policía dispersó a la multitud con gas lacrimógeno, pero esa noche decenas de edificios fueron incendiados. Durante los siguientes tres días,  la estación de policía del tercer distrito fue incendiada, y cientos de negocios fueron saqueados e incendiados en el área metropolitana de Minneapolis y St. Paul.[3] Para el 30 de mayo, estas tácticas se habían generalizado en gran parte de la nación, con disturbios que afectaron a casi todas las ciudades grandes, y a docenas de ciudades y suburbios más pequeños. Coches de policía, juzgados, edificios municipales y tiendas fueron incendiadas por todo el país.

Las dos primeras semanas del levantamiento no tuvieron precedentes en términos de destrucción de propiedades. El 8 de junio, una semana y media después de que comenzó la rebelión en Minneapolis, los disturbios ya habían infligido más de 2 mil millones de dólares en daños a la propiedad, el daño más alto en la historia de Estados Unidos.[4] Aunque esto incluyó daños a los hogares de algunas personas de clase media, la mayor parte del daño a la propiedad fue sufrida por la clase capitalista, grandes y pequeñas empresas por igual, y también por el estado policial.

Los departamentos de policía fueron rápidamente abrumados y superados cuando multitudes multirraciales asaltaron los centros comerciales de innumerables ciudades, grandes y pequeñas. Cuando la policía venía a sofocar los disturbios en un lugar, la multitud se dispersaba y propagaba las revueltas en otros lugares. En ciudades como Minneapolis, Rockford, Chicago, Louisville y Filadelfia, la gente formó caravanas que viajaron por la ciudad y los suburbios saqueando centros comerciales.

A principios de junio, 200 ciudades habían impuesto toques de queda.[5] Como estaba claro que la policía no podía controlar la situación, se movilizaron al menos 96.000 tropas de la Guardia Nacional en 34 estados,[6] además de los que ya se habían desplegado en la capital,[7] donde los manifestantes se habían enfrentado con agentes del Servicio Secreto, hiriendo por lo menos 50 de ellos, mientras otros llevaban al presidente Trump al búnker de la Casa Blanca.[8] Mientras que la Guardia Nacional ocupaba docenas de ciudades en todo el país, la intensidad y el alcance de los disturbios comenzaron a disminuir, mientras que las protestas legales y no violentas comenzaron a dominar el panorama político otra vez. En contraste con las acciones concretas de la revuelta, estas protestas se enfocaron más en demostraciones performativas de diversidad y virtud antirracista, mientras denunciando las tácticas ilegales y violentas de los disturbios. Pero la contrainsurgencia política no pudo acabar por completo con la revuelta. En respuesta a los continuos casos de violencia policial, las rebeliones localizadas continuaron apareciendo en ciudades específicas, como Atlanta en el medio de junio; Portland durante junio y julio; Chicago y Kenosha en agosto; Rochester, Lancaster y Louisville en septiembre; y Wauwatosa y Filadelfia en octubre.

El levantamiento en las calles se fusionó con muchas otras formas de lucha, incluidas las acciones de solidaridad en los lugares de trabajo y en las cárceles. Por ejemplo, en Chicago, los presos federales golpearon sus ventanas y parpadearon sus luces cuando los manifestantes pasaban en la calle.[9] En California, los inmigrantes detenidos por ICE realizaron una huelga de hambre en solidaridad con la revuelta.[10] La intersección entre la revuelta y las luchas en los lugares de trabajo se destacó cuando los sindicatos de conductores de autobuses en Minneapolis, San Francisco, Nueva York, Filadelfia y Washington DC se negaron a colaborar con la policía en el transporte de manifestantes detenidos.[11] El levantamiento también coincidió con el movimiento por la vivienda, mejor ejemplificado en la ocupación de un hotel Sheraton en Minneapolis a principios de junio y su transformación en un refugio para personas sin hogar.

Mientras los disturbios y protestas continuaron durante el verano, los trabajadores continuaron mostrando su apoyo. El 19 de junio, miles de trabajadores del International Longshore and Warehouse Union, y de los United Auto Workers, dejaron de trabajar durante 8 minutos y 46 segundos, lo que representa la cantidad de tiempo que el policía que asesinó a George Floyd se arrodilló sobre su cuello antes de morir. Luego, el 20 de julio, decenas de miles de trabajadores de la salud, transporte, servicios de alimentos, comercio minorista, educación y otros sectores fueron de huelga por todo el país.[12] También hubo una ola de huelgas deportivas en respuesta a la rebelión en Kenosha a finales de agosto después del tiroteo policial de Jacob Blake. En solidaridad con la rebelión de Kenosha, los atletas se negaron a participar en sus eventos deportivos programados, incluso los del National Basketball Association, Major League Baseball, Major League Soccer, el Women’s Tennis Association, y el National Hockey League.

El hecho de que el levantamiento impacto a tantos sectores diferentes es una reflexión de su profundidad y complejidad. Fue un movimiento autónomo, no mediado por ningún partido, estado, organización o subcultura. Fue expansivo, incluyendo a cualquiera que estuviera dispuesto a participar en él. El proletario Afro-Americano lideró la revuelta, pero otros también se unieron a la lucha, demostrando nuevas posibilidades de lucha multirracial. Un nuevo espíritu de solidaridad nació en las calles cuando la gente se unió para enfrentar a las autoridades, quienes huyeron bajo un aluvión de botellas, piedras y ladrillos. Es una experiencia difícil de olvidar. A pesar de la represión y la contrainsurgencia política que finalmente prevalecieron, es difícil no sentir un nuevo espíritu de revuelta, una cierta mezcla de unidad, desafío y triunfo. El levantamiento demostró que el orden existente no es eterno ni estable. Había miles de jóvenes en las calles luchando contra la policía y corriendo riesgos inmensos.

Sin embargo, más allá del momento de la acción colectiva en la calle, el movimiento comenzó a encontrarse con límites que no podían ignorarse. Aparte de la previsible reacción racista blanca y la violencia estatal, uno de los mayores desafíos que impidió la profundización de la revuelta fue el surgimiento de una contrainsurgencia política liderada por un sector de Afroamericanos que tomaron una posición muy dura contra los aspectos ilegales y violentos del levantamiento. Estos contrainsurgentes se apropiaron del fervor de las masas proletarias para forzar al movimiento a regresar a los límites del reformismo. Además, el movimiento también tuvo límites respecto al género. Cuando llegó el momento de luchar por Breonna Taylor (una mujer Afroamericana que fue asesinada por la policía en Louisville), pocos estaban dispuestos a luchar tan duro como lo habían hecho por George Floyd. Consideramos estas y otras contradicciones incómodas en el primer texto, “Raza, Clase y Género en la Revuelta de 2020”. Mientras que exploramos estas contradicciones, nos enfocamos en lo que vemos como la autoactividad insurgente del proletario. Este es el punto para empezar cualquier intento de superar los límites internos del movimiento, que en última instancia solo se pueden resolver en el proceso de la lucha colectiva.

Con estos antecedentes sobre las contradicciones del levantamiento, pasamos a varios otros desarrollos importantes. El segundo texto, “Coches, Disturbios y Liberación Negra” ofrece una reflexión de primera mano sobre la rebelión de Walter Wallace en Filadelfia, donde el proletario Afroamericano perfeccionó la táctica de hacer saqueos en coche, una de las mayores innovaciones tácticas de la revuelta. El tercer texto, “Preludio a una Nueva Guerra Civil”, rastrea las crecientes hostilidades del levantamiento hasta los asuntos pendientes de la primera guerra civil estadounidense. Una posición controvertida para algunos, creemos que las tensiones y los contornos de los disturbios de 2020 indican la relación única entre la guerra civil y la revolución que es tan pronunciada en los Estados Unidos. El cuarto texto, “Incendio en Main Street”, analiza cómo se desarrolló la revuelta en las pequeñas ciudades y suburbios del país, enfocándose en las implicaciones estratégicas que estas áreas periféricas plantean para cuestiones de insurrección y revolución. El texto final de la colección, “Posdata sobre la Revuelta de 2020”, analiza algunos de los acontecimientos que definieron la fase final del levantamiento, incluso el aumento de los disturbios de derecha a favor de Trump en el contexto de las elecciones presidenciales de Joe Biden.


  1. IMCCA Report, Intelligence Commander Group (October 2020) “Report on the 2020 Protests and Civil Unrest”, Major Cities Chiefs Association (majorcitieschiefs.com).
  2. Cuando decimos"proletario" nos referimos a todos aquellos que no tienen nada que perder más que sus cadenas, ya que no poseen capital en ninguna forma. Ya sea que ganen mucho dinero, tengan un buen automóvil o paguen una hipoteca, si se ven obligados a vender su capacidad de trabajar a una empresa capitalista, al estado o a una pequeña empresa por un salario, son proletarios. También son proletarios quienes hacen trabajo no remunerado, quienes están desempleados y quienes están involucrados en economías ilegales.
  3. Josh Sinner and MaryJo Webster (July 13, 2020) “Buildings Damaged in Minneapolis, St. Paul After Riots”, Star Tribune.
  4. Ariel Zilber (September 16, 2020) “George Floyd riots will cost insurance companies BILLION”, Daily Mail (msn.com). Jennifer Kingson (September 16, 2020) “Exclusive: billion-plus riot damage is most expensive in insurance history”, Axios.
  5. Maria Sacchetti (June 1, 2020) “Curfews follow days of looting and demonstrations”, The Washington Post.
  6. National Guard Press Release (June 8, 2020) “National Guard response to civil unrest”, the National Guard.
  7. Victoria Bekiempis (July 3, 2020) "Troops sent to DC during George Floyd protests had bayonets, top general says”, The Guardian. Julian Borger (June 1, 2020) "Fires light up Washington DC on third night of George Floyd protests”, The Guardian.
  8. Gregg Re (May 31, 2020) “Secret Service agents wounded outside White House, car bombs feared; official says Trump was taken to bunker”, Fox News.
  9. Lauren Frias (May 29, 2020) "Watch inmates at a federal prison in downtown Chicago bang on walls and flash lights in solidarity with George Floyd protesters”, Insider.
  10. Fernie Ortiz (June 10, 2020) "ICE now says detainees held hunger strike in honor of George Floyd”, Border Report.
  11. Michelle Chen (June 5, 2020) “The Bus Drivers' Refusal”, Dissent Magazine.
  12. Rachel Treisman (July 20, 2020) “Essential Workers Hold Walkouts And Protests In National 'Strike For Black Lives” NPR.

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