Tema 1: ¿Qué son las narrativas?
Las narrativas canalizan nuestra atención y entendimiento en una dirección en particular. Las historias sobre el gobierno, el clima, el COVID 19, el género, la raza y la economía influyen todas en nuestro sentido de posibilidad, en cómo abordamos los problemas sociales y nos vemos como personas. Las narrativas son siempre objeto de disputa y movilización – si debemos perpetuar y disfrazar intereses dominantes o desafiar y transformar fuerzas y creencias opresoras.
Las narrativas son…
- Son colecciones de historias, mensajes y explicaciones de cómo funciona nuestro mundo, que se basan en ciertas suposiciones acerca de lo que cuenta, lo que importa, lo que es normal y lo que se debe de temer.
- Se basan en creencias, valores y normas (poder invisible) interiorizadas, a menudo inconscientemente, y apoyan la lógica operativa de nuestras instituciones y estructuras sociales (poder sistémico).
- Están siempre en disputa y cambio constante a favor de actores dominantes y sistemas de poder sobre, o en apoyo a la resistencia y la transformación social.
- No son lo mismo que los mensajes o las comunicaciones. Las narrativas se basan en el poder de las creencias y en una lógica firmemente arraigada que influye en nuestras suposiciones, sentimientos, vidas, instituciones y sociedades.
Narrativas dominantes
Aunque ahora son una palabra de moda, las narrativas no son nuevas. Conocemos la propaganda, la publicidad socialmente codificada, las batallas ideológicas y culturales, la manipulación del prejuicio y la formulación de historias noticiosas de maneras que culpan a la víctima o refuerzan los prejuicios. La maquinaria y la práctica de las narrativas dominantes siempre han estado aquí, y mantienen los valores, las normas y los sistemas del poder sobre.
Los poderosos actores estatales y no estatales tienen la habilidad de controlar narrativas para movilizar ciertas creencias y prejuicios a fin de crear temor y un sentido de escasez; desacreditar a la oposición; cerrar los espacios democráticos; disfrazar sus intereses, y legitimar sus acciones – con la polarización y exacerbación de la política para dividir a la población y consolidar el poder económico y político.
La tecnología digital y las redes sociales han amplificado y acelerado muchísimo la capacidad de promover desinformación, distorsionar los hechos, incitar al miedo y al odio, sembrar las semillas de la duda y deslegitimar a ciertos grupos y agendas.
Narrativas transformadoras
Activistas y movimientos sociales pueden disputar las “verdades oficiales”, desenmascarar los intereses destructivos detrás de las narrativas dominantes, romper el statu quo, y elevar nuevas narrativas. Las narrativas transformadoras no son sólo “contranarrativas” – cuentan una historia diferente de lo que está mal, lo que es posible y quiénes somos, y se fundamentan en valores y prácticas de equidad, cuidado, inclusión y justicia. Las narrativas transformadoras desempeñan un papel importante en las estrategias culturales para ampliar un sentido de posibilidad, desarrollar una visión y conocimientos compartidos, y crear la voluntad y el valor colectivos que se necesitan para desafiar y cambiar el poder en todos los ámbitos de lucha. Asimismo, se pueden movilizar las estrategias digitales y de redes sociales en torno a narrativas transformadoras.
Descarga el material didáctico: ¿Qué son las narrativas?.
Actividad 1. Desmitificando las narrativas
Esta actividad presenta y desmitifica narrativas como estrategia para disputar el poder. Las personas que participan reflexionan sobre:
- Las maneras en que las narrativas han influido en sus propias vidas y perspectivas
- El efecto que han tenido las narrativas en ellas
- Los mensajes, historias y explicaciones en el marco de narrativas específicas
- Cómo se difunden las narrativas
- Qué intereses sirven las narrativas
- Los valores, creencias y explicaciones de más profundidad en las que se basan
Materiales: Materiales didácticos ¿Qué son las narrativas? y Narrativas dominantes; papelógrafos y marcadores.
Paso 1. ¿Qué significa la palabra “narrativa”?
Plenaria: Oímos la palabra “narrativa” con frecuencia, pero ¿qué quiere decir en realidad, sobre todo para el cambio y la organización social? Las narrativas son historias, explicaciones y mensajes que dan sentido e influyen en cómo vemos el mundo y cómo actuamos en este. Estas historias pueden ser visiones positivas de la política, la sociedad y el futuro que esperamos, o pueden ser manipuladoras, llenas de odio y peligrosas, que impiden el cambio, distorsionan los hechos, provocan conflictos y refuerzan la injusticia y la discriminación.
Presenta la actividad con puntos clave del material didáctico ¿Qué son las narrativas? Hagan una lluvia de ideas respondiendo a dos preguntas:
- ¿Qué significa para ti el término “narrativa”?
- ¿Puedes dar dos ejemplos de narrativas que han influido en tu perspectiva del mundo y de tu vida, o en los puntos de vista de las personas en tu entorno?
Escribe los significados en un papelógrafo y los ejemplos en otro. Podrías agregar ejemplos y definiciones preparadas. Pregunta al grupo si le gustaría agregar algo. Guarda los papelógrafos para usarlos después.
Paso 2. ¿Qué narrativas hemos experimentado en nuestras vidas?
Grupos pequeños: En grupos de cinco o seis participantes compartan narrativas que han influido positiva o negativamente en sus vidas. Reflexionen en conjunto sobre las siguientes preguntas y creen una presentación visual en una hoja de papelógrafo.
- ¿Cuáles son los dos o tres narrativas que han influido positiva o negativamente en sus propias vidas?
- Seleccionen una narrativa que haya sido una fuerza positiva o fuente de inspiración para el cambio en sus vidas y una que haya sido una fuerza negativa u obstáculo para el cambio.
En cada uno de estas dos narrativas analicen:
- ¿Qué efecto ha tenido esta narrativa en sus vidas?
- ¿Cuáles son las historias clave, mensajes y explicaciones en esta narrativa?
- ¿Cómo y quién las ha transmitido?
- ¿En qué valores más profundos, creencias y comportamientos se basan?
En una o en las dos narrativas hagan un dibujo o gráfica simple que incluya palabras clave para abordar las cuatro preguntas.
Paso 3. Compartiendo experiencias con narrativas
Plenaria: Los grupos exponen sus papelógrafos alrededor del salón. Todas las personas participantes recorren la exhibición para ver lo que otras han hecho. Invita a que se haga una presentación corta y se realice una discusión alrededor del trabajo de cada grupo. Pregunta:
- ¿Cómo respondieron los diferentes grupos a las cuatro preguntas? ¿Alguna similitud o diferencia?
- ¿Hay algún contraste entre las narrativas positivas y negativas?
- ¿Qué otras narrativas identificaron los grupos (si no presentaste los dos tipos)?
Si las narrativas que los grupos compartieron eran todas positivas o todos negativas, selecciona y discute uno que sea contrastante.
Distribuye el material didáctico Narrativas dominantes. Adáptalo al contexto o crea tu propio material didáctico). Da tiempo para que las personas participantes lo lean individualmente o en grupos pequeños. Invita a discutir:
- ¿Alguna de las narrativas compartidas por los grupos se identifican con las del material didáctico?
- ¿Cuáles de estas narrativas dominantes experimentamos en nuestras vidas y cómo?
- ¿Reconocimos alguna narrativa positiva o transformadora?
- ¿De ser así, qué narrativas dominantes desafían y cómo?
Concluye con una aclaración conjunta de cómo entendemos las narrativas; revisa las definiciones de las narrativas desde la lluvia de ideas inicial, y escribe la definición acordada por el grupo como un resultado final.
Descarga esta actividad.
Narrativas dominantes
Las narrativas tienen sus raíces en sistemas de creencias y visiones del mundo más amplias. Por ejemplo, la lógica sistémica de la supremacía blanca y el patriarcado “valida” las jerarquías desiguales integradas en las instituciones, que devalúan y subordinan a algunas personas por diferencias de género, origen étnico y color de piel. Las narrativas dominantes legitiman y activan esos sistemas de creencias subyacentes – el poder sistémico – para proteger los intereses de quienes se benefician de estos. Las narrativas son un campo de batalla central de cualquier trabajo por el cambio contra los vastos conglomerados de medios comerciales que dominan las noticias, la información y la cultura, junto con el poder imperante de los medios digitales y las redes sociales.
Las narrativas dominantes aprovechan los prejuicios que han influido en nuestras sociedades e instituciones desde hace mucho tiempo – por ejemplo, que las “mujeres malas” participan en política en vez de atender únicamente sus obligaciones de madres y esposas, o que los pueblos indígenas son “atrasados” en relación con la cultura moderna. Hay actores poderosos que activan estas narrativas para reforzar los prejuicios y confirmar su “naturalidad” y “rectitud’. Si queremos cambiar estas narrativas, no solo necesitamos interactuar con las palabras, sino también con las creencias, las emociones y la lógica sistémica más profundas que se expresan en la narrativa.
Las narrativas dominantes también influyen en la manera como las personas se entienden a sí mismas, y llevan erróneamente a muchas a interiorizar esos prejuicios. Así se refuerzan y justifican la baja autoestima, la marginación, la discriminación y la violencia. Asimismo, las creencias acerca de la supuesta eficiencia y papel superior del sector empresarial para resolver los problemas legitiman la privatización y reducción de los servicios públicos, y por ende el crecimiento del poder corporativo y la reducción de la capacidad del Estado como red de protección social y defensor de los derechos humanos. Los proyectos económicos que generan dinero y riqueza – sin importar que beneficien a las élites privilegiadas – son vistos como “desarrollo” moderno y positivo. A las personas que cuestionan estos proyectos se les presenta como atrasadas, de mente estrecha o contrarias al desarrollo, cuyas preocupaciones son objeto de burla y tratadas como poco realistas y fuera del ámbito convencional.
Narrativas capitalistas
Como personas trabajadoras, consumidoras y ciudadanas, todas estamos integradas en un sistema capitalista globalizado de extracción masiva de recursos, mercantilización, producción, comercio, consumo y desperdicio. Estos se han naturalizado tanto que rara vez cuestionamos la lógica subyacente o consideramos realistas las alternativas. Este sistema económico basado en la extracción intensiva de carbón se ve reforzado por el individualismo.
Las narrativas dominantes desempeñan una función en perpetuar las normas y creencias de que, por ejemplo:
- El capitalismo de libre mercado es el único modelo viable
- Las personas que trabajan duro, tienen éxito; las que viven en condiciones de pobreza son las únicas culpables de su situación
- La desigualdad es inevitable, pero la riqueza cae gota a gota
- El progreso y el crecimiento se basan en la explotación de los recursos
- Los inversionistas globales ayudan a los países “subdesarrollados” a explotar sus recursos para modernizarse
- Los impuestos y la intervención gubernamental en la economía son ineficaces y burocráticos; el sector privado
- ofrece mejores servicios de salud, educación, energía y otros bienes públicos
- La tecnología puede resolver la mayoría de los problemas y evitarnos una catástrofe ambiental
- El trabajo en el mercado laboral es “trabajo”, el trabajo en la casa es obligación familiar
Estas narrativas ayudan a normalizar las industrias financieras y extractivas mundiales basadas en combustibles fósiles, la minería, la explotación forestal, la agricultura y la pesca a gran escala, los monopolios digitales y de ventas al por menor, y la extracción de datos personales. Al mismo tiempo, estas narrativas impiden una inversión más a fondo en modelos económicos regenerativos y en la discusión pública de alternativas energéticas.
El capitalismo contemporáneo convierte todo, desde agua hasta ADN, en mercancías que explotar y comerciar para obtener ganancias. Las narrativas dominantes enmarcan y respaldan las políticas neoliberales, las normas, las leyes de propiedad, las concesiones de recursos y los subsidios corporativos, al mismo tiempo que justifican los salarios de miseria, la privatización de los servicios públicos y los beneficios de los accionistas, todos en el interés público y el crecimiento y progreso necesarios.
En las principales universidades se enseña economía neoliberal con exclusión de otros modelos. Los esfuerzos hechos para suavizar el capitalismo con ideales de sostenibilidad, responsabilidad corporativa e inversión ética pueden a veces reforzar las narrativas dominantes porque no cuestionan la lógica subyacente del sistema. Estas narrativas también refuerzan los valores del individualismo, el consumismo y las posesiones materiales como claves para el éxito y la felicidad.
Las narrativas patriarcales
El patriarcado está en todos lados, se expresa de distintas maneras en casi todas las instituciones y estructuras. Discrimina sistemáticamente a las mujeres y personas LGBTQI+; se socializa a través de nuestras familias, culturas, religiones y los medios, y está integrado en todas nuestras leyes e instituciones políticas. Influye en nuestras relaciones más íntimas y familiares, al igual que en nuestras organizaciones. Las narrativas dominantes sostienen activamente el patriarcado, como muestran los ejemplos siguientes:
- Los roles de género están determinados biológicamente y son naturales
- El lugar y el valor de las mujeres está en el hogar y en la familia
- La función primaria de las mujeres es dar a luz, criar hijos/as y cuidar de los demás
- Los derechos sexuales y reproductivos – que dan a las mujeres el poder de tomar decisiones acerca de sus cuerpos – son subversivos, contrarios a la familia y fomentan la promiscuidad sexual
- La heterosexualidad es normal mientras que otras identidades sexuales son desviaciones
- El género es binario – hombres o mujeres – y cualquier otra identidad es una desviación y amenaza el orden social establecido
- Las mujeres son menos capaces que los hombres y no merecen la igualdad de salario y oportunidades
- mujeres son suaves, emocionales e incapaces de tomar decisiones difíciles
- Las mujeres y las personas LGBTQI+ provocan la violencia sexual en su contra por desafiar las normas sociales y la legítima autoridad de los hombres
La reacción en contra de los derechos de las mujeres y las personas LGBTQI+, de los derechos sexuales y reproductivos, y el feminismo es tanto una batalla legal como narrativa. Las fuerzas conservadoras que dicen ser “provida” y “profamilia” describen el género, a las mujeres y las feministas como inmorales y egoístas. Son narrativas que aprovechan viejos prejuicios y refuerzan los valores del patriarcado.
Narrativas racistas y de supremacía blanca
El racismo y la supremacía blanca están arraigadas profundamente en la estructura de la mayoría de las sociedades. Al igual que con el patriarcado, las normas y creencias dominantes acerca de la raza, el color de la piel y el origen étnico se socializan a través de la familia y la cultura, se ven reforzadas por las instituciones religiosas y educativas, y reproducidas en la política, el gobierno, el sector privado, los medios y la sociedad civil. Las narrativas son clave para propagar normas de supremacía blanca y racismo; por ejemplo, que:
- La raza tiene una base biológica y determina fundamentalmente quiénes somos.
- La blanquitud y las personas blancas son superiores. Las personas de color son inferiores.
- Los hombres y niños negros son peligrosos, criminales e inmorales, y a las mujeres negras son agresivas e hipersexuales.
- Las desigualdades raciales son naturales – las personas de color tienen menos porque carecen de habilidades, inteligencia o fuerte ética de trabajo.
- La cultura blanca es “normal” y “universal”, mientras que las culturas no blancas son “exóticas” o “diferentes” – y tomar prestados algunos de sus elementos es un acto apreciativo no de apropiación.
- Las personas blancas de hoy no tienen la culpa del genocidio histórico, el trabajo esclavo y forzoso, la colonización y otras formas de violencia contra las personas no blancas – y sus legados. Son todas cosas del pasado.
La antinegritud es la exclusión de las personas negras de la pertenencia social, política y cultural. Es el núcleo de la supremacía blanca y tiene sus raíces en la historia de la esclavitud y el colonialismo. Alicia Garza3 lo describe como “el punto de apoyo en torno al cual opera la supremacía blanca”… “un principio organizativo para el acceso, el poder y la influencia, y que afecta a todo el mundo… Cuanto más cerca estás a la negritud, peor estás. Cuanto más cerca a la blanquitud, mejor estás”. Estos significados se construyen socialmente, señala, pero “tienen un impacto real y un significado real en la vida de las personas… No todas nuestras experiencias son iguales, pero en la lucha contra la antinegritud es donde todos podemos conectar”.4
En su forma extrema, se utilizan las narrativas racistas y de supremacía blanca para justificar la brutalidad sistémica policial y ciudadana, y el asesinato de personas negras. Por ejemplo, en los Estados Unidos, las narrativas han criminalizado a los hombres negros durante décadas al tildarlos de “súper depredadores” y representarlos como malos padres, y presentar a las mujeres negras pobres como “reinas de la asistencia pública”. Los movimientos de nacionalismo blanco han desarrollado narrativas para socavar el trabajo antirracista y promover teorías conspirativas sobre lo que describen como el “reemplazo” de la población blanca y el temor a la inmigración y el crecimiento de la población negra y de color. Los líderes populistas de derecha utilizan con frecuencia las narrativas que retratan a la “gente real” (codificada como gente blanca) como si estuvieran amenazadas por “otros” o por “extranjeros”, es decir, personas de color o refugiados.
En todo el mundo, las narrativas de supremacía blanca, arraigadas por el colonialismo en la educación y las normas sociales, influyen en qué y cómo se enseña, sobre todo acerca de la historia, la cultura y los derechos humanos. Se dice que las narrativas que suponen una discusión crítica sobre la raza promueven censura y una cultura de cancelación. Las personas blancas que no se ven a sí mismas como racistas utilizan narrativas cotidianas de “denegación” más insidiosas que refuerzan el racismo y la supremacía blanca.
Narrativas coloniales e imperialistas
El racismo y el colonialismo están interconectados. Las narrativas son una parte fundamental de la historia de conquista, explotación, extracción y guerra. El capitalismo y la competencia por el dominio geopolítico impulsan el colonialismo y el imperialismo, pero las narrativas coloniales movilizan el racismo para justificar la ocupación, el genocidio de los pueblos indígenas y el robo al por mayor de los recursos naturales y humanos que “desarrollaron” los países industrializados del Norte Global.
Hasta el día de hoy, los medios corporativos, las religiones, el desarrollo y la seguridad internacionales perpetúan las narrativas racistas del colonialismo y el imperialismo, por ejemplo, al:
- Describir África como un lugar de culturas y animales exóticos y pueblos primitivos asolados por guerras interminables, corrupción y pobreza, y necesitados de ayuda.
- Describir América Latina como un lugar de narcos, carteles y levantamientos comunistas, necesitado de seguridad y estabilidad.
- Describir a los pueblos indígenas como atrasados, primitivos e incautos – y cuyas tierras y territorios ancestrales otros les pueden dar mejor uso.
- Usar los términos “tercer mundo” o “subdesarrollado” para describir el mundo que no pertenece al Norte Global.
- Imponer conocimientos, experiencia y soluciones que no son idóneas o beneficiosas para los países y pueblos indígenas del Sur Global en nombre de la modernización y el desarrollo.
- Seguir extrayendo recursos de países pobres y dejar la tierra agotada y el agua envenenada.
El dominio colonial subestimó la cultura y los conocimientos no occidentales como “primitivos” e impuso la cristiandad como una medida “civilizadora” – a pesar de que muchos de los pueblos colonizados u ocupados tenían civilizaciones mucho más antiguas y avanzadas. La “ciencia” valida los conocimientos occidentales y en muchos casos intenta borrar los conocimientos y las formas de saber de pueblos y lugares considerados “primitivos”. El legado e influencia continuada de la educación colonial pueden verse en todo el mundo.
Las demandas de descolonizar los conocimientos, la conservación, la ayuda, la cultura, la filantropía y la sociedad civil se originan de una larga historia de luchas anticoloniales y de liberación. Las personas que son activistas y los académicos progresistas intentan trastocar las suposiciones que son el fundamento de toda estructura desigual, a fin de reconocer y valorar múltiples maneras de ver, hacer y pensar en distintos contextos y culturas.
Descarga el material didáctico: Narrativas dominantes.
________________________________
2 El bien común, 1998.
3 Directora de Estrategia y Asociaciones de la Alianza Nacional de Trabajadoras del Hogar
4 Alicia Garza “What Future of Black Lives under a Kleptocracy?” (video)