Estudio de caso
PEKKA
Un movimiento de mujeres comunitarias en Indonesia
PEKKA transforma la vida de las mujeres jefas de familia mediante la educación popular feminista y la organización colectiva. El grupo empezó organizando de pueblo en pueblo a las mujeres más pobres en torno a sus necesidades inmediatas de supervivencia. Esto dio lugar a una amplia red de cooperativas de ahorro y crédito independientes, pero el objetivo siempre fue más ambicioso. PEKKA ha conseguido cambiar las leyes, prácticas y normas que marginan a estas mujeres

En el pasado, a las viudas, divorciadas y mujeres solteras jefas de familia se les llamaba janda, un término peyorativo que implicaba una persona inútil, una persona marginada. Las leyes, las políticas, las instituciones religiosas y la sociedad en general degradaban a las janda como una carga inútil y una amenaza para la estabilidad del matrimonio, la familia y la comunidad.
PEKKA empezó partiendo de la situación de las mujeres, centrándose en organizarse en torno a sus necesidades inmediatas como base para la construcción estratégica del movimiento. A partir de 2001, la organización ha trabajado para
- cambiar el estigma profundamente interiorizado mediante el aprendizaje y nuevas experiencias políticas;
- crear un espacio para construir una conciencia compartida sobre el poder tal y como las mujeres lo viven cada día
- utilizar las cooperativas de ahorro como un instrumento para organizar a las mujeres con el fin de que reivindiquen sus derechos y se enfrenten a la discriminación;
- abordar un problema a la vez, en orden de complejidad creciente, desde el estado legal hasta los presupuestos locales y los medios de comunicación, pasando por la ciudadanía activa;
- desarrollar el liderazgo a través de «escuelas» participativas y de la experiencia democrática en la toma de decisiones;
- apoyar a las mujeres para que utilicen su voz y su poder colectivo a todos los niveles; y
- crear mercados y productos alternativos, regenerar habilidades, resistirse a las importaciones que contribuyen al cambio climático.
De parias a ciudadanas con plenos derechos que se movilizan por la ampliación de sus derechos, recursos y plena representación, miles de mujeres de base son ahora líderes en sus comunidades, distritos y provincias, mejorando la seguridad y el bienestar de todas las personas. Los modelos económicos y políticos alternativos creados por PEKKA se reproducen en toda la región, propiciando formas de vida más sostenibles.
Contexto
Entre finales de la década de 1980 y 2008, muchos gobiernos de todo el mundo se vieron presionados para limitar o poner fin a las políticas de protección social para sus ciudadanas y ciudadanos. Como consecuencia, la desigualdad aumentó drásticamente. Cuando PEKKA comenzó en Aceh en 2001, la provincia estaba saliendo de una guerra civil marcada por diferencias étnicas y religiosas. Poco después se produjeron un terremoto y un tsunami. Esta serie de crisis creó una oportunidad para organizar a las mujeres que podría no haber existido en tiempos más estables. El punto de partida de PEKKA fue la pobreza a la que se enfrentaban las mujeres. Estigmatizadas y rechazadas por la sociedad, como mujeres sin marido, lucharon aún más que otras personas para sobrevivir en este periodo de crisis.
Para contrarrestar el estigma, las fundadoras llamaron a su iniciativa emergente «Iniciativa para el Empoderamiento de las Mujeres Jefas de Familia» o PEKKA. El nombre afirmaba la dignidad y el potencial de las mujeres para cambiar sus vidas y sus comunidades. Con el tiempo, la organización bajo la bandera de PEKKA ha infundido un sentimiento de autoestima, identidad compartida y autonomía en muchos miles de mujeres. Ha ofrecido a sus comunidades y familias una forma completamente nueva de entender sus aportaciones y su valor.
Empezar donde están las mujeres
La chispa inicial del proyecto fue la violencia. Komnas Prempuan, la Comisión Nacional para Detener la Violencia contra las Mujeres, pidió a la fundadora de PEKKA, Nani Zulminarni, que dirigiera un pequeño proyecto en Aceh. Sin embargo, cuando los equipos hablaron con las mujeres de la aldea, se enteraron de que las prioridades constantes eran las cuestiones económicas y un futuro mejor para sus hijas e hijos. La violencia de género era, en efecto, un problema grave, pero las organizadoras creían que las mujeres necesitaban determinar su propio camino y así comenzó un debate sobre las cooperativas de ahorro, con la seguridad económica como paso previo a la voz política.
Las cooperativas de ahorro PEKKA no recibieron financiación externa, como ocurrió con otros programas de microfinanciación. Se crearon reuniendo los propios recursos de las mujeres, por escasos que fueran, para que pudieran definir y dirigir sus propios grupos y, con el tiempo, invertir en soluciones colectivas. No es sorprendente que las mujeres fueran renuentes al principio. El proyecto parecía fuera de la norma y difícil. Sin embargo, poco a poco, un puñado de grupos empezó a explorar la idea de la cooperativa. Algunas ahorraban el dinero que antes gastaban en dulces para sus hijas e hijos, mientras que otras vendían cocos o cocinaban alimentos para venderlos en el mercado.
El estigma es profundo
Incluso el mero hecho de hablar con mujeres solteras y viudas -por no hablar de organizarlas- creaba mucha tensión en las comunidades. Tildadas de proxenetas/prostitutas y traficantes por algunos, las organizadoras de PEKKA se sintieron desalentadas durante los primeros años. El esfuerzo estuvo a punto de fracasar debido a los prejuicios y la resistencia. Las mujeres habían interiorizado el estigma de la janda y les resultaba difícil creer que podían cambiar las cosas. Se sentían nerviosas ante la posibilidad de hacer que la situación se agitara aún más por defenderse a sí mismas.
Sin embargo, a partir de su fondo común de ahorros, los grupos empezaron gradualmente a concederse préstamos entre sí según sus necesidades. Cuando otras mujeres fueron testigos de los beneficios, se formaron nuevos grupos PEKKA. Cada grupo eligió un nombre inspirador y, con la capacitación de PEKKA en organización democrática, practicaron nuevas formas de liderazgo y organización y generaron confianza en sí mismas y entre sí. Docenas de cooperativas empezaron a prosperar en muchas comunidades diferentes.
Los equipos de PEKKA también crecieron. Organizadoras capacitadas dirigieron actividades de educación popular, información y entrenamiento para fortalecer a los grupos cooperativos y a las líderes. Los procesos de PEKKA incluyeron juegos, canciones y bailes, creando momentos de alegría y diversión y reforzando el ánimo y los vínculos de las mujeres. Las mujeres rompieron tabúes para aprender sobre sus cuerpos y el autocuidado como parte esencial de su estrategia política. Aprendieron cómo opera el poder en sus vidas y conciencias, tanto positiva como negativamente. Esto las preparó para planificar juntas y hacer frente a la resistencia de la comunidad y a los conflictos entre ellas.
Multiplicando
A medida que crecían sus recursos, los préstamos permitieron a muchas mujeres crear empresas viables que generaban ingresos. Con los ingresos o los préstamos de sus cooperativas, las mujeres podían proporcionar educación a sus hijas e hijos y apoyo a sus familias. Algunos grupos construyeron centros comunitarios que ofrecían espacios de reunión para toda la comunidad y albergaban servicios sanitarios, Wi-Fi y programas de formación y alfabetización. Los grupos PEKKA fueron reconocidos en sus comunidades como líderes importantes y, cuando llegaron las elecciones locales, las candidatas y los candidatos buscaron activamente su apoyo. Cada vez más, las mujeres PEKKA han llegado a participar en el gobierno local y en programas para promover un reparto justo de los recursos y presupuestos para el desarrollo de la comunidad. Algunas líderes PEKKA se presentaron a las elecciones locales.
Para ampliar su modelo, crearon tiendas y mercados cooperativos que proporcionan a la comunidad productos básicos a precios justos e intercambian mercancías por arroz y verduras. A diferencia del consumismo y los plásticos, estos mercados fomentan la producción local y sostenible de alimentos y la recuperación de artículos domésticos tradicionales, como canastas y telas. Eliminan la dependencia de prestamistas, intermediarios y productos de plástico del exterior. Las ferias anuales de PEKKA muestran las contribuciones y los logros de sus miembros. Los funcionarios locales y regionales inauguran las fiestas, y los medios de comunicación locales difunden información. De esta forma, la visibilidad y credibilidad nacionales de PEKKA aumentaron a ojos del gobierno y la sociedad civil.
A medida que las cooperativas evolucionaban, las mujeres se enfrentaban a barreras legales y religiosas en su papel de jefas de familia. Sin reconocimiento legal, no podían reclamar prestaciones estatales ni recurrir al divorcio. PEKKA lanzó una campaña de base para presionar al gobierno nacional a favor del estatus legal de la janda y de un mayor acceso a los tribunales móviles, especialmente en las zonas remotas. PEKKA formó a equipos de ayudantes locales para acceder al sistema jurídico en nombre de otras personas del pueblo, tanto mujeres como hombres.
PEKKA amplió la educación popular y política para mejorar las capacidades de las mujeres y educar a los donantes y organismos internacionales sobre organización, creación de movimientos, justicia de género y cambio social. Cuando investigadoras y grupos externos quieren estudiar la situación de las mujeres en la región, las líderes de PEKKA insisten en la investigación participativa para garantizar que la información también beneficia a sus campañas, al combinar los conocimientos de las investigadoras formales con los de la comunidad. La recopilación de información se centra ahora en la experiencia y en la dinámica de poder de las comunidades locales.
Represalias y respuesta
A medida que PEKKA crecía, surgieron conflictos por el creciente papel público de las mujeres y los desafíos que planteaban a las desigualdades bien establecidas. Los prestamistas, los líderes religiosos y algunos funcionarios locales sintieron que su poder estaba en tela de juicio. Mediante calumnias y amenazas, los opositores intentaron intimidar y silenciar a las integrantes de PEKKA y aislarlas, sobre todo porque los conservadores religiosos -a menudo financiados desde el exterior- han ganado poder e influencia políticos y han intentado revertir los avances en los derechos de las mujeres.
Sin embargo, las autoridades de la comunidad reconocen los beneficios económicos y sociales que obtienen de los grupos PEKKA, por lo que los insultos han perdido parte de su potencia. PEKKA cultiva buenas relaciones con los medios de comunicación regionales y nacionales. Algunas integrantes de PEKKA se formaron como locutoras, establecieron emisoras de radio comunitarias y pueden contrarrestar la desinformación y las difamaciones. PEKKA también colabora con académicos y religiosos islámicos preocupados por la discriminación de la mujer, para ofrecer programas de investigación y formación comunitaria a los imanes locales.
En 2017, PEKA se convirtió en una federación nacional autónoma, dirigida por mujeres de base y apoyada por una red de organizadoras y educadoras populares de PEKKA. En 2023, PEKKA había organizado a más de 84,322 mujeres divorciadas, solteras y viudas -entre las más marginadas de Indonesia- en 1,627 pueblos de 27 de las 37 provincias del país. En la actualidad, las mujeres de PEKKA siguen soñando a lo grande, fortaleciendo sus formas de vida individuales y colectivas, su influencia y su visión.
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