38
Christian Padilla
Historiador de Arte e Investigador
Barcelona, Diciembre de 2009
En 1953, mientras Betancur trabaja en La Madremonte, inició una serie de figuras en cerámica a las que denominaría multisombras. Se trata de formas figurativas que son realizadas en su estructura más simple, dejando ver vacíos que atraviesan lo que habitualmente debería ser un volumen. El proceso técnico de la creación de los multisombras es más complejo que la simple elaboración de un objeto en cerámica, puesto que permitir que la cerámica se expanda en tiras delgadas exige un cuidado distinto a la cerámica habitual.
Esta actitud parece ser un poco incongruente con el sentido de volumen monumental que el escultor había venido desarrollando en sus relieves y obras de gran formato, parece ser una vacilación entre un lenguaje propio y un abstraccionismo aun figurativo, prueba de una actitud ecléctica frente a las vanguardias europeas, común en los artistas nacionalistas cuando la abstracción empieza a ser explorada por los artistas jóvenes. El mismo Betancur se encargó de reconocer que esta experimentación estaba inspirada en algunas influencias poco comunes para estos artistas:
“Esta modalidad artística tiene su nacimiento en la escritura cuneiforme de la civilización babilónica, la cual fue un elemento decorativo en alto grado para sus monumentos. También los indígenas chacosanteagueños usaban esta técnica cóncava, que es la base de la escultura abstracta.
En Europa algunos escultores han ejecutado valiosos trabajos con una técnica semejante: Entre otros Henry Moore, creador del decorativismo abstracto; Ossip Zadkine, cubista, entre sus obras se destaca “Los Arquitectos”. También en Francia se ha explotado la figura cóncava en el movimiento abstraccionista: Lipschitz, Belling con su expresionismo, Calder con su escultura móvil […], Gargallo, con sus figuras metálicas en las cuales se encuentran dos modalidades esenciales: el abstraccionismo y el impresionismo.
La “multisombra” puede calificarse como escuela realista con efectos abstractos en cuanto a su ritmo interior”.
Pocos artistas colombianos señalaban en 1953 a Calder, Zadkine o Lipschitz como escultores relevantes para el arte moderno, en la forma en que los menciona Betancur. Teniendo en cuenta que el antioqueño no salió del país, tendríamos que abonarle su interés por mantenerse informado de los últimos movimientos artísticos en el mundo. Sin embargo, este interés no fue suficiente porque en su ejecución Betancur asumió la abstracción como una forma de estilizar la forma humana, mas no se desligó del contenido ni de la representación. Sin embargo, podría plantearse que los multisombras podrían hacer parte de un proceso que quedó truncado con la muerte del artista, por lo cual no sería justo calificar como poco arriesgada su propuesta, posiblemente un proceso inconcluso.
El legado dejado por Betancur no por ser escaso es menos relevante. De forma inédita encontramos en él a un escultor que decide hacer monumentos públicos financiados de su propio bolsillo, una actitud desprendida y heroica que vale la pena contrastar con la de aquellos escultores que al no encontrar favorecimiento oficial para hacer sus obras, decidieron comprar caballete y pintura; un camino más fácil y rentable para subsistir. Betancur tenía el proyecto visionario de un parque de esculturas en el cerro Nutibara, y de este sueño truncado logró realizar tres obras monumentales…
Betancur retó a Medellín con sus desnudos, a la curía con sus irreverentes comentarios y a los escultores por pagar de su bolsa lo que nadie le compró. Su arte se sostiene a sí mismo, pero cuando hizo falta fue defendido a punta de golpes de mortero y de madrazos; siempre se hizo respetar. No en vano, cuando los intelectuales quedaron inconformes con las explicaciones de José Horacio Betancur frente a su obra, el artista airado estalló en una frase que pone fin a cualquier discusión teórica:
-¡Mi mensaje no es de palabras, es de piedra,!-