"

9

Héctor Rojas Erazo
Poeta

Nosotros los Colombianos carecemos entre muchísimas otras cosas de arte público. Todo se nos ha ido, en especial en la escultura, en hacer monigotes heróicos, en poner a don fulano de tal, todavía no muy repuesto del susto de sentirse transferido al mármol, en un plinto disimulado por el más anodino follaje de un parque aldeano. En elevar a un concejal a la dignidad de padre de la Patria. En colgar en las alcaldías los retratos de nuestros abuelos. Un problema, en suma, de mostachos, de leyendas rastacueras, de biografías a corto plazo. Total: que la pintura o la escultura no han pasado de ser un simple fenómeno hogareño con trascendencia parroquial. Y es una verdadera lástima porque sobran los temas. Y sobran los artistas los auténticos artistas colombianos, deseosos de imprimirle trascendencia plástica al haber histórico de nuestro pueblo. Pero las cosas amenazan quedarse de ese tamaño porque un grupo de puritanos de nuevo cuño auténtica vanguardia de la pacatería nacional trata, por todos los medios a su alcance, de entablar guerra contra quienes arden en deseos de estructurar nuestro verdadero perfil estético.

Ya es clásico, como típico ejemplo de pudibundez administrativa, el arropamiento con mucho cortinaje a los segundos imperios, de los murales de Pedro Nel Gómez en Medellín. Ahora los beatos y beatas de la pujante capital Antioqueña de esa capital de la gracia y el trabajo que tenemos en Colombia – han resuelto armarle una escandalera a la armoniosa estatua de Bachué del escultor José Horacio Betancur. Y realmente, ya esto es demasiado.

No entendemos como ese bloque poderoso y noblemente tallado, pueda suscitar siquiera un amago de rubor colectivo. Esto es ridículo, simple y dolorosamente ridículo. Qué se persigue con estos brotes de insensatez? O es que todavía, no se esta en capacidad de entender el mensaje, el hondo, el caudaloso mensaje implícito en obras como las del vigoroso artista de la montaña? Aquí tenemos una fotografía de la piedra ornamental. Es un bloque macizo, henchido de austera belleza, denso Y grave en su primitiva desnudez. Todo en él – no conocemos sus dimensiones precisas – tiene monumentalidad, sólidez contenida energía. La madre fecunda aparece allí en una actitud de paz de profundidad y de orden. Es la armonía de la cosecha el crecimiento. Sobre sus espaldas un águila vigiIa la fluencia de dos serpientes que van a abrevar a sus senos. la mano derecha se eleva en actitud protectora y la izquierda retiene, con amorosa seguridad, un infante que retoza, como si fuese el símbolo de una raza promisoria y eterna. No vemos no podemos ver por ningún lado, un amago siquiera de matiz cercano a la desfachatez biológica y no podemos verlo por la simplísima razón de que los elementos suscitatorios unificados allí por el artista tienen una entrañable finalidad docente.

José Horacio Betancur quiere que nuestro pueblo tenga un muro prehistórico donde recostar su presente. Quiere que respiremos con nuestros pulmones precolombinos. Quiere, en fin estructurarle símbolos plásticos al pueblo y esta labor merece toda nuestra admiración y todo nuestro respeto.
En esa estatua de la Plazoleta Nutibara en Medellín se encierra todo un tratado de lucha por la reconquista de nuestra riqueza legendaria e histórica. Lo mismo que se está haciendo con el petróleo, con el oro y con el hierro -arrebatarlo legalmente a los explotadores foráneos- que empieza a hacerse también con el patrimonio estético de Colombia, ya hemos cancelado, definitivamente, el subsidio escultórico con Europa. No más importación de caramelos de los talleres del viejo continente. No más Bolívares y Córdobas de fabricación en serie. Queremos que nuestros héroes sean de primera mano, sentidos y moldeados por nuestros artistas. Lo mismo con nuestra simbología autóctona, estamos parados en nuestra propia geografía. Ha sonado la hora de nuestro destino plástico. En torno de esculturas como las de Bachué de José Horacio Betancur -un escultor profundamente nuestro por la técnica y por el furioso arraigo de su obra en nuestros estratos históricos- debemos librar la batalla por nuestro solar, por nuestra raza y por nuestro destino.

Licencia

Icono de Licencia Creative Commons Atribución 4.0 Internacional

José Horacio Betancur Copyright © por Miguel Ángel Betancur se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución 4.0 Internacional, excepto cuando se especifiquen otros términos.