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Estamos ante una cuarta revolución industrial también llamada 4.0, misma que sigue a otros tres procesos históricos transformadores: la primera fue el paso de la producción manual a la mecanizada, entre 1760 y 1830; la segunda, alrededor de 1850, trajo la electricidad y permitió la manufactura en masa; y la tercera, llegó a mediados del siglo XX, con la llegada de la electrónica y la tecnología de la información y las telecomunicaciones.

Esta cuarta implica una tendencia a la automatización total de la manufactura -que corre por cuenta de sistemas ciberfísicos, hechos posibles por el internet y el cloud computing o nube-. Dichos sistemas que combinan maquinaria física y tangible con procesos digitales, son capaces de tomar decisiones descentralizadas y de cooperar -entre ellos y con los humanos- mediante el internet. En pocas palabras, las masas de obreros humanos en las fábricas dejarán de ser necesarias en quizás no mucho tiempo, lo mismo que dejarán de serlo las masas de muchos otros trabajadores como choferes, cajeros, contables y demás prestadores de servicios.

Ya hemos empezado a ver como los bancos implementan máquinas que son cajeros inteligentes y llevan a cabo la misma labor que los empleados del banco, lo mismo que en estaciones de transporte se pueden adquirir boletos desde una máquina. Pero eso no es todo, ya existen autos que se manejan solos y han empezado a ser introducidos en el mercado, tecnología que se aplicará también a transporte de carga y con ello los choferes dejarán de ser contratados en un mediano plazo.

En las oficinas de algunas empresas globales como Symantec, los procesos de trabajo se han simplificado y se puede trabajar en México aún teniendo al jefe o superior inmediato en Nueva York, India o Brasil, mismo que pude dar indicaciones o el apoyo que sea necesario desde la pantalla de un teléfono, desde el correo electrónico o cualquier medio de mensajería instantánea. De ese modo, esas empresas eficientan recursos, contratan menos personal e incrementan su ganancia. Pero, los individuos que han enfocado su educación en esas áreas se quedan sin empleo.

Es así como una de las consecuencias más negativas y con mayor impacto social de los avances tecnológicos, será la pérdida de empleos y oficios que tuvieron auge en el siglo XX y, para los que muchos se prepararon pero que dejarán de ser útiles para la industria tanto de bienes como de servicios. El cambio ya está presente y avanza a pasos agigantados.

Ante tal escenario, las ciencias sociales y las humanidades se muestran inservibles cuando es el momento en que más se necesitan. Es urgente contar con una visión política que nos permita hacer frente a los nuevos retos y, sin embargo, nos seguimos despertando día a día en un mundo en el que la mayor parte de la gente la única opción que tiene es seguir votando en el esquema de las democracias representativas por un partido de “derecha” (que sustenta una ideología en la que los únicos que se ven beneficiados son las élites empresariales que cada vez ocupan más cargos públicos y para quienes los individuos comunes y corrientes sólo cuentan si les reportan ganancia alguna), uno de “izquierda” (cuya ideología se basa en teorías que tuvieron su surgimiento en el esquema de trabajo de la fábrica con obreros humanos que está por desaparecer y cuyas formas de resistencia son obsoletas, pero aún peor, que ya una vez en el poder siguen sustentando muchas de las políticas y proyectos de la derecha) o en el peor de los casos, líderes fascistas que exaltan el odio de las masas y señalan a las minorías como culpables de todos los problemas que afectan a determinado país.

Lo cierto es que los partidos de derecha a los que aún hoy se les llama erróneamente neoliberales o liberales (porque son la continuación de instituciones surgidas a partir de una ideología liberal), han perdido toda relación y correspondencia con los escritos que les dieron vida, lo mismo que los partidos de izquierda no pueden llamarse marxistas pues su actuar dista mucho de los postulados o principios sea de Marx que de sus principales exponentes como los filósofos de la escuela de Franckfurt.

Es así, que la única ideología que aun guarda fiel relación con los postulados de la mente enferma de sus creadores es el fascismo al que en algunos países se le denomina ultraderecha y que tristemente llega a ser ganador en no pocos comicios, quizás porque al menos conserve la autenticidad que le vio nacer. Muestra de ello es el triunfo de Donald Trump como presidente de Estados Unidos, la nación más poderosa del mundo, a partir de discursos racistas y de odio contra los inmigrantes y las minorías.

Más allá de los empleos que se vayan a perder con esta nueva revolución industrial, existe un fenómeno que apunta hacia la autosuficiencia, a la cual, el uso de artefactos inteligentes podría proveer prácticamente todo lo básico a los seres humanos para su subsistencia. En ese entendido las empresas que producen bienes muy posibemente también irían desapareciendo. Existe así un invernadero inteligente para poder hacer crecer en casa tus propias verduras, lo mismo que pueden llegar a crearse máquinas para hacer en casa todo lo que te plazca y necesites con tan sólo introducir materias primas. De todos son conocidos los paneles solares que pueden proveer de la energía eléctrica necesaria sin necesidad de pagar una compañía y mucho más está aún por verse en un plazo no tan largo.

Pero, la tecnología y todos estos avances, como siempre, tienen un doble uso y en las manos equivocadas pueden causar más mal que bien, es por eso que se necesita planear una forma de acercarse a todos estos avances también desde lo político, para orientar su uso ético y en beneficio de la mayoría. Cosa que no es posible en un sistema político obsoleto que corresponde a una realidad que está amenazada con ser rebasada de un momento a otro.

Ya no se trata, como con Marx, de apropiarse de los medios de producción, se trata de usar la inteligencia artificial para procurar la autosuficiencia y con ello terminar con la explotación de los hombres en las fábricas o cualquier otro trabajo. Haciendo así, en poco tiempo, ya no se habría que pelear contra el empresario que se adueña de todos los bienes y servicios desde una empresa en que también se apropia de la plusvalía (que es esa parte de la ganancia que se genera a partir del trabajo de un ser humano y que no se le paga nunca). De lo que se va a tratar es de contar con hogares autosuficientes donde a ningún empresario se le tenga que pagar por el producto que un mini artefacto en casa nos hará con increíble precisión luego de simplemente insertar la materia prima.

Es eso, o dejar que las personas equivocadas se hagan de toda esta inteligencia artificial para inventar nuevas formas de explotación y de control social. Es contar con sistemas de ensamblaje que fabriquen vehículos y productos a partir de energía limpia y que se muevan por medio de esta, y tumbar el absurdo esquema de uso y extracción de petróleo que no ha hecho sino contaminar y enriquecer a una élite (a tal efecto los acuerdos de París en la materia han sido defendidos árduamente por la mayoría de las naciones excepto EUA en fechas recientes). Pero el problema sigue siendo quién y como va a convencer a la gente de dar el salto necesario hacia un nuevo esquema de organización política, social, económica y laboral, de modo que no les resulte tan difícil aceptar un cambio de vida radical.

Para eso sirve la filosofía, y muy en especial las categorías de Arendt como se demostrará en los siguientes apartados. Baste adelantar que la noción de espacio público es esencial, pues gracias a estos avances tecnológicos será posible contar con las herramientas para escuchar las voces de las mayorías y tomar decisiones conjuntas que permitan conformar un espacio público en el que actuar unidos no sólo a nivel de localidades, sino a nivel global. Para demostrar la vigencia de las categorías arendtianas, a continuación las presentaremos enlazándolas al contexto internacional actual, en el mismo orden que se siguió en el capítulo anterior.

III.1 El enfoque arendtiano frente el contexto internacional.

a). Sensus communis y Revolución 4.0

Un tema por demás estudiado sea por filósofos que todo tipo de humanistas, es como con el auge del positivismo la razón lógica se impuso sobre el sentido común y toda disciplina de estudio dedicó sus esfuerzos a buscar el modo de encontrar un sistema que pudiese producir conocimiento en asuntos humanos con la misma precisión y resultados que lo hacen los que estudian las ciencias exactas.

Por alguna extraña razón, al día de hoy muchos no aceptan lo impredecible como una característica inherente al ser humano y pretenden aún hoy en día reducir su comportamiento a patrones y esquemas similares a los de un robot.

Sin importar la materia, desde la psicología condicionante de Iván P. Pavlov, Burrhus F. Skinner y John B. Watson, entre otros, pasando por teorías jurídicas que pretenden medir el valor de los actos humanos en números (véase teória de la ponderación en Robert Alexy) y cuánta tesis ha surgido tratando de explicar el comportamiento humano a través del método científico, las matemáticas aplicadas, etcétera, los avances en ese sentido no parecen ni si quiera cercanos a los que se han tenido en las ciencias exactas.

Si bien no todo fruto del positivismo o las ciencias sociales es desdeñable sino que, algunas teorías han realizado aportes enriquecedores, quizás sea hora de comprender que al momento, el comportamiento humano no es totalmente predecible y que por tanto los esfuerzos deben enfocarse sobre todo en adaptarse a las circunstancias en base al sentido común en primera instancia, y luego usar los instrumentos que ya se tienen para medir resultados sin esperar que éstos sean igual de precisos que los que se obtienen cuando el objeto de estudio son máquinas u otras especies de seres vivos que carecen de conciencia y de creatividad.

Se va a necesitar confiar en un pulido y trabajado sentido común, para resolver problemas éticos derivados del uso de las nuevas tecnologías y la inteligencia artificial. Por ejemplo, si los autos sin conductor se enfrentan ante un ser humano que hubiera cruzado una calle sin atender señalamientos de tráfico y sólo tiene la alternativa de hacer un movimiento que ponga en riesgo la vida del tripulante para salvar al transeúnte, habrá que definir qué tipo de ordenes se impriman en el protocolo (conjunto de algoritmos) del sistema del vehículo ante tales situaciones.

Esto es, habrá que educar a las máquinas inteligentes a lidiar con lo impredecible que es el ser humano y que no dejará de serlo mientras posea en sí la cualidad de tener consciencia, libertad de pensamiento, creatividad, instinto, intuición y todo aquello que lo hace diferente respecto a las máquinas.

Para educar a los artefactos inteligentes e imprimir en ellos una serie de razonamientos justos y que procuren el bien de todos, es absolutamente necesario revalorar el sentido común, pues no habrá, por ejemplo, en el caso citado, modo de comprobar fehaciente y científicamente que lo justo es salvar al tripulante ya que el transéunte infringió un señalamiento, sino que será sólo el sentido común (acuerdo de las mayorías al respecto) el que dictamine que así debe ser.

Pero cabe preguntarse quién educara a los artefactos inteligentes cuando son los seres humanos quienes carecen de educación, principalmente muchos que forman parte de las esferas en el poder.

El 7 de julio del 2016 en EEUU se dio una situación que implicaba un robot utilizado para matar. En concreto, la policía usó por primera vez un robot teledirigido para matar a una persona. En este caso podemos considerar que el robot fue utilizado como un arma, ya que fue tele-operado por un humano, caso que se acerca al uso de drones para matar, y que no es nuevo. […] La campaña ‘Stop Killer Robots!’ promueve la prohibición mundial de las ‘armas autónomas’ y alerta que esta revolución en armamento se corresponde con una etapa de la humanidad comparable a la del descubrimietno de la pólvora o de las armas nucleares. […] Mientras científicos de la talla de Elon Musk, Stephen Hawking o Noam Chomsky insisten en que es necesario darle más importancia a la ética y reflexionar sobre la seguridad antes de avanzar, algunas grandes empresas ya trabajan en algunos proyectos. Google compró ocho compañías de robótica en seis meses en el año 2013. 1

Indudablemente, ante problemáticas como la planteada en éste última cita, se necesita de la Filosofía y de la Ética, ambas disciplinas interdependientes y cuya materia prima es sin lugar a dudas el sensus communis. Sus preceptos no son verificables por medio del método científico, sin embargo, no por eso dejan de tener validez, puesto que si por un lado el conocimiento nos ha llevado a avances maravillosos, éste necesita que dichos avances se orienten sabiamente si no se quiere que provoquen caos y destrucción. La sabiduría sigue siendo esencial para la vida aunque muchos se empeñen en que basta con tener conocimiento. Es la sabiduría a través del sentido común lo que debe orientar al conocimiento y eso es labor de disciplinas como la Filosofía y la Ética.

b) Pensando el contexto actual desde la brecha de Kafka

Es en tiempos de cambios y revoluciones donde el ejercicio del pensamiento respecto a lo político tiene mayor relación con la imagen filosófica que retoma Arendt de Kafka. En tanto que el choque entre las fuerzas del pasado y el futuro es más evidente y genera mayor tensión determinando hacia donde orienta el ser humano sus pensamientos.

Recordemos como durante la revolución Norteamericana y el ejercicio de democracia real que estaba viviendo el pueblo de los Estados Unidos mientras definían su forma de gobierno -mismo en el que los Federalistas se dejaron arrastrar tanto por el pasado como por el futuro-, se perdió de vista la importancia del presente, no poniendo atención en buscar el modo de mantener vivo el espacio público y con él el ejercicio democrático. Debemos retomar esas enseñanzas para que eso no ocurra en momentos como el presente.

Si nos dedicamos exhaustivamente a sólo retomar elementos del pasado tratando de revivir los postulados filosóficos, así como los principios y valores en que se sustentaron las viejas disciplinas con el único fin de reordenar el futuro en base a estos, quizás perdamos la oportunidad de aprovechar el momento presente para hacer uso también de los avances tecnológicos y fomentar la creación de un espacio público continuo y permanente por medio de estos. De ello se hablará con mayor detalle en el último apartado de este capítulo.

Sin embargo, trataremos también de mirar hacia el pasado bajo la óptica arendtiana y ver en qué medida los elementos que ella rescató de éste nos pueden ayudar aún hoy en día a afrontar el presente y prepararnos para el futuro. Para ello, en los siguientes apartados se retomarán los principales elementos de la polis griega, la res publica romana, y las revoluciones norteamericana, francesa y rusa que Arendt rescató como enseñanzas de política fundamentales, pero ejemplificaremos también cómo podrían tales elementos ayudarnos en éste nuevo contexto a estructurar una nueva visión de la democracia, de las leyes, los acuerdos, las relaciones internacionales y la resistencia política.

De este modo, estaremos ubicando nuestro pensamiento en la brecha kafkiana, buscando un equilibrio entre las fuerzas del pasado desde la antigüedad, y las fuerzas del presente y un futuro que se antoja muy distinto a todo lo vivido hasta el día de hoy.

III.2 Arendt, la historia y el mundo de hoy

a). Rescatando el virtuosismo de la polis

Antes que nada, como se dijo en el capítulo anterior, es necesario recordar que la visión arendtiana de la polis griega, no es en lo absoluto de una ciega admiración, se trata más bien de una descripción de algunos elementos neurálgicos que nos ayudan a comprender mejor los gérmenes de la civilización occidental y sobre todo, provoca un cierto shock ver lo distante que han quedado conceptos como política o democracia de lo que representaban en sus orígenes.

La polis pudo haber sido como dice Hannah Arendt, el más charlatán de todos los cuerpos políticos. La visión de los filósofos griegos, era sin lugar a dudas elitista y cuando hablaban de ciudadanos con igualdad de derechos excluían a mujeres y esclavos. Por ello, no pretenden ni el de Arendt, ni éste, ser un análisis que exalte ciegamente y con burda añoranza un tiempo pasado inexistente o idealizado. Sólo queremos contemplar cual era el significado en origen de ciertos conceptos y qué tan distinta era su percepción entonces de lo que es ahora.

Empezando por el término “política”, que entonces era el arte de organizar un estar juntos, vivir en comunidad y buscan objetivos comunes. La cualidad de zoon politikon que atribuye Aristóteles al hombre, en su origen era limitada a la condición de ser una persona libre, lo cual equivaldría entonces a no ser mujer y no ser esclavo, porque sólo quien no tenía que cargar con el peso de llevar a cabo labores fatigosas para procurarse su sustento, contaba con el tiempo disponible para participar en los asuntos de la polis, tomar parte en asambleas, emitir discursos y lograr acuerdos que condujeran a acciones para el bien común.

Hoy en día la gente ha perdido contacto con ese significado de la palabra política y le asocia más a una especie de negocio, en el que entra quien tiene mayor don de gentes, quien lo que busca es convencer a las multitudes respecto a sus planes o proyectos para una vez instaurado en el poder olvidarse de lo prometido, a menos que se trate ya sea de una buena persona o de alguien que tiene la firme intención de hacer crecer al país que lo erige político. Pero en ningún caso se le asocia con un arte o una virtud más allá de tener cierto carisma o determinadas intenciones.

Por otro lado, si bien las cartas magnas de muchos Estados occidentales reconocen la igualdad de todos los humanos sin distinción de género o raza (siendo que toda persona que nace dentro de sus demarcaciones territoriales tiene derecho a ser ciudadano), ello no implica de ningún modo que sean libres en el sentido que lo eran los ciudadanos de la polis. Mientras que deban trabajar largas jornadas al día, tener un jefe y que no les quede tiempo de ocuparse de asuntos públicos, políticamente difieren en muy poco de los esclavos y las mujeres de la antigua Grecia y no son libres en sentido aristotélico.

Ser libre significaba originariamente poder ir donde se quisiera, pero este significado tenía un contenido mayor que lo que hoy entendemos por libertad de movimiento. No solamente se refería a que no se estaba sometido a la coacción de ningún hombre sino también a que uno podía alejarse del hogar y de su «familia» (concepto romano que Mommsen tradujo sin más por servitud).2

Hoy en día, la única participación política que tienen mujeres y hombres no pertenecientes a una casta o élite en las culturas occidentales, se reduce al voto. Por lo demás, si quieren hacer escuchar su voz e intervenir en la organización de la vida pública, esto no es posible pues en una “democracia” representativa sólo pueden votar a quien consideren represente mejor sus intereses. Ello es un contrasentido y hace que la representativa no sea una democracia propiamente dicha.

El sentido de la democracia en su origen es el del pueblo gobernando y en la polis los ciudadanos se congregaban en asambleas para discutir y acordar los asuntos públicos. Por eso, con todo y sus bemoles, la polis griega es el ejercicio democrático más puro y cercano al ideal de la palabra que ha existido. En sentido estricto, la democracia para ser tal, tiene que ser participativa.

Sin embargo, un pueblo ignorante y mezquino que por aras del destino tuviera en sí la facultad de ser libre y ocuparse de los asuntos públicos, difícilmente va a lograr construir una civilización próspera o una vida armoniosa en comunidad. Un sólo acto democrático proveniente de una masa que carece de una clara consciencia política, puede llevar a grandes desastres como lo fue la elección de Hitler en la Alemania Nazi, sólo por poner el ejemplo quizás más conocido de todos y, respecto al cual Arendt se refirió también en los “Orígenes del totalitarismo”, en el mismo sentido que apunta este párrafo respecto a la comunidad de hombres donde no hay educación ni cultura.

Si es error habitual de nuestro tiempo imaginar que la propaganda puede lograrlo todo y que a un hombre puede hablársele de todo con tal de que se le hable suficientemente alto y con suficiente habilidad, en aquel período se creía que la «voz del pueblo era la voz de Dios» y que la misión de un líder consistía, como tan desdeñosamente lo expresó Clemenceau, en obedecer astutamente esa voz. Ambas opiniones proceden del mismo error fundamental: el de considerar al populacho idéntico al pueblo y no como una caricatura de éste. […] El populacho es principalmente un grupo en el que se hallan representados los residuos de todas las clases. […] Mientras el pueblo en todas las grandes revoluciones lucha por la verdadera representación, el populacho siempre gritará en favor del «hombre fuerte», del «gran líder». Porque el populacho odia a la sociedad de la que está excluido tanto como al Parlamento en el que no está representado. 3

Sirva lo anterior sólo para recordar que a fin de que una democracia sea posible, esta se debe instaurar en un pueblo que busca una verdadera representación o bien una efectiva participación en los asuntos públicos, no una masa que apoye al más fuerte o al líder, como sucede con los Estados modernos donde independientemente de las diferencias entre unos y otros, la figura del líder sigue siendo imprescindible.

Los griegos de la antigüedad, si bien admiraban a figuras virtuosas de las que tenían conocimiento por medio de relatos principalmente, no tenían esa devoción mesiánica que hoy se tiende a depositar en la figura del “líder”. Incluso la palabra héroe en su origen no implicaba necesariamente la virtud, sino que así se denominaba a los hombres que habían participado en la empresa troyana.

La virtud por sí misma en cambio, si era algo a lo que se le rendía culto y admiración en la antigua Grecia y las virtudes de la areté o excelencia política eran: andreía (valentía), sofrosine (moderación o equilibrio), dicaiosine (justicia) phrónesis (prudencia) y la philia o cordialidad. Sobre esa base, los ciudadanos griegos eran educados primero que nada en la virtud, no sólo en el conocimiento como sucede en nuestras sociedades modernas.

Es así que líderes como el actual presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, evidencia cada vez que puede su falta de moderación, de prudencia y de cordialidad, ya que nuestros líderes a lo sumo se educan en el conocimiento más no en la virtud, misma que queda a merced ya sea de la suerte que toca vivir o de las familias en que se nace, pero nada más.

Independientemente de si la polis hubiera sido o no un cuerpo político charlatan, es indudable que los valores en los que se fundaba eran mucho más elevados que los de nuestros Estados modernos, cuyos líderes jamás, ni por casualidad apelan a una educación en la virtud, sólo en el conocimiento en aras de alcanzar un mayor progreso técnico que permita un mejor nivel económico. Sin embargo, mientras que las clases bajas o paupérrimas si requieren urgentemente de mejores condiciones de vida en términos materiales, nuestras clases políticas requieren urgentemente de ser educadas en las virtudes mínimas necesarias para hacer de la política un arte y no el circo que es hoy en día.

El ejercicio de Hannah Arendt cuando mira al pasado y nos muestra el germen de la cultura occidental y en particular, de los valores en que se fundó la polis griega, nos pone de frente un espejo que nos muestra no sólo el alto nivel de ignorancia que tenemos hoy en día respecto a los conceptos mismos que seguimos utilizando para hablar de lo político, sino también la pobreza de valores sobre la que hemos construido nuestras civilizaciones actuales.

b). La res publica y la ley en el Estado Moderno

La principal enseñanza que extrae la alemana respecto a la república romana, es que del conflicto hacían nacer alianzas y que incluso reconocían también el honor de los vencidos, y que dichas alianzas quedaban fijadas en tratados que se volvían ley. De hecho la ley era no producto del derecho natural entre supuestos iguales, dictada por alguna voz de la consciencia que se imponía a todos los hombres, sino producto de diferentes acuerdos a los que llegaban las partes contrayentes.

El legislador nada tenía que ver en Roma con los asuntos políticos ni tomaba decisiones, sino que a partir de los acuerdos a los que se llegaba, se le encargaba la redacción de la ley como si de un oficio o técnica se tratase.

Nuevamente, no se trata de enaltecer sólo las virtudes de la república romana, misma que de haber sido perfecta no habría llevado a la conformación del imperio y luego a su caída, sino simplemente de rescatar enseñanzas del pasado que pudieran ser útiles para transformar el presente y enfrentar el futuro.

Una ley que emana de un constituyente o legislador que no hace acuerdos ni toma en cuenta la voluntad de aquellos a quien ha de gobernar, se antoja un acto violento. Una ley que deriva de la voluntad de las partes y que toma en cuenta a los ciudadanos sobre los que hará recaer su peso, es un auténtico pacto social. Quizás esta idea no esté tan alejada ni siquiera de Hobbes, puesto que basa su teoría en el contrato social mediante el cual una persona voluntariamente cede parte de su libertad en aras de alcanzar una mayor seguridad.

Pero el Estado Moderno difícilmente toma en cuenta a sus gobernados para emitir todo tipo de leyes, imponer impuestos, implementar políticas, etcétera. Si bien se tiene en muchos la figura del referéndum o del plebiscito, estos por lo general se aplican sólo cuando hay un profundo temor de que la acción respecto a la que se pide acuerdo, genere un gran descontento social. Es así, que el cuerpo legislativo y las cámaras de Senadores de los Estados Modernos tienen bien poco en común con el senado romano.

Lo que es verdad, es que el Estado moderno es por regla general un Estado de Derecho y que tal jurismo extrae muchos de sus principios del Derecho Romano, pero no el principal, esto es, no deriva las leyes de un verdadero acuerdo entre partes. Éstas emanan de un órgano legislativo que se guía por los intereses que determine su contexto y que, por regla general, sólo toma en cuenta en la aprobación de sus leyes a los gobernados cuando se subleven o cuando exista el peligro de que lo hagan.

En el poder legislativo, la labor que se lleva a cabo no es simplemente jurídica, es política en tanto que queda en manos del legislador del Estado Moderno, estructurar el sistema sobre el cual se erigen las instituciones y órganos de gobierno que responden a los intereses de las élites que tengan mayor influencia en el Senado, y eso en el mejor de los casos y tratándose de un tipo de gobierno con verdadero equilibrio entre el ejecutivo, el legislativo y el judicial, porque en el peor y común Estado presidencialista, el legislativo muchas veces se limita a dictaminar las leyes que convienen a los intereses de la cabeza del ejecutivo.

La enseñanza que se extrae de todo esto es que la ley que emana de acuerdos entre las partes afectadas no puede ser contestada y si lo es, simplemente daría lugar a otro acuerdo, en tanto que la ley que emana de los intereses de élites o sectores minoritarios de la población y se impone sobre las partes afectadas sin su consentimiento, generara resistencias por su carácter eminentemente violento.

Es así que en el contexto de la cuarta revolución industrial, donde se habrán de legislar siempre nuevos aspectos de la realidad digital (por ejemplo cuestiones relativas a la privacidad, la protección de los datos, las criptodivisas, el uso de robots como armas de guerra, entre otras) la orientación respecto a qué permitir, qué sancionar, qué regular, etcétera, debiera surgir por acuerdo entre las partes afectadas y no por imposición de los intereses de una minoría o sector que pudiese ser, por ejemplo, el mismísimo fabricante de armas que tiene amplia influencia en el legislativo.

En ese entendido, el legislativo no debería de tener mayor poder que el de la arquitectura de las leyes, la técnica y la estructuración de las mismas, en tanto que el ejecutivo sólo debiera accionar los proyectos acordados y el judicial limitarse a sancionar las infracciones a los pactos.

c). Revoluciones sociales y revoluciones científicas

A este punto la duda necesaria es cómo devolver el poder a la gente e instaurar una democracia real o lo más cercana posible a los ideales que motivaron el surgimiento de nuestras civilizaciones y ahora han caído totalmente en el olvido. En ese sentido también nos ubicamos en una brecha desde la cual podemos contemplar la insuficiencia de métodos antiguos frente al vertiginoso avance tecnológico y, los retos que trae consigo obligándonos a buscar una solución para adaptarnos a las transformaciones por venir.

A diferencia del contexto revolucionario descrito en el capítulo que antecede, estamos viviendo una revolución que no ha sido motivada por movimientos sociales, sino por los mismos avances tecnológicos que el sistema ha promovido hasta sus últimas consecuencias y que llevará seguramente a una transformación aún más drástica que aquellas en tanto que impactará nuestra forma de vida tanto en lo privado como en lo público.

Lo anterior no debe dar lugar a pensar que no hay enseñanzas rescatables de los procesos revolucionarios que han emergido de los movimientos sociales y en particular hemos de revisar nuevamente las que extrae Arendt y analizar cómo pueden sernos útiles para enfrentar este nuevo contexto.

En primer lugar, recordemos que cuando la alemana hablaba de la Revolución Norteamericana, hacia énfasis en como durante el proceso que llevó a la elaboración de la Constitución y con ello estructurar el sistema político estadounidense, los padres fundadores perdieron de vista la riqueza que representaba el ejercicio democrático que tuvo lugar en su presente. Preocupados por su futuro y mirando con meticulosa atención al pasado, no supieron valorar lo que vivían ni buscaron el modo de instaurar un espacio público donde ese ejercicio democrático pudiera perdurar.

Es por eso que, hoy por hoy, hay que mirar las ventajas del momento que estamos viviendo y aprender a usar las maravillas de los avances tecnológicos en beneficio común, y además buscar la manera de que se conviertan en herramientas al servicio de la humanidad y no en su detrimento.

Respecto a la Revolución Francesa, recordemos como el error fue, para la alemana, que el leit motiv era la felicidad, cuando debió haber sido la libertad en tanto que felicidad puede significar distintas cosas para cada cual y se presta a discursos que generan ilusiones y de los que se sirven charlatanes y habladores, pero la libertad es un bien que permite alcanzar el propio concepto de felicidad que tiene cada cual. No dejemos de tener presente que para Arendt la libertad no es simple poder moverse de un lugar a otro o no tener dueño, sino que ella, estudiosa de los griegos, la concebía además como el no estar sometido a la labor.

La Revolución Rusa, por su parte, tuvo el tino de instaurar los sóviets o consejos que eran algo así como la materialización de un espacio público que debía ser la voz del pueblo, sin embargo, desgraciadamente no duraron mucho y con eso el espacio público desapareció. Sin embargo, ya esa experiencia demostró que sí es posible materializar un espacio donde darle voz al pueblo y hacerle partícipe de las decisiones que se tomen en el ámbito público.

Hoy en día, se siguen suscitando diversos movimientos sociales, algunos como en el año 2008, con el caso de la revolución pacífica en Islandia.

La “revolución de las ollas y las cacerolas”, llevada a cabo de forma espontánea durante el invierno de 2008, congregó frente al Parlamento de manera periódica a miles de personas que consideraban (no sin cierta generosidad) que “la traición a la patria debido a la imprudencia es igualmente traición”, según una de las pancartas. Se reunían para debatir sobre la situación del país y se concentraban frente a lo que consideraban un Gobierno que ya no era legítimo. A finales de enero consiguieron pacíficamente derrotar al Gobierno y se convocaron unas nuevas elecciones. Según la Universidad de Islandia, uno de cada cuatro ciudadanos participó en las protestas, el 56% las apoyó de forma explícita y tan solo un 9,4% se opuso claramente.4

Los islandeses se mantuvieron políticamente activos en los años subsiguientes, al grado que, en 2012, decidieron llevar a cabo un proyecto de Carta Magna que fue aprobado en referéndum por al menos dos tercios de la población, mismo que desgraciadamente, al día de hoy está congelado.

La experiencia islandesa trae resonancias de la Convención de Filadelfia y, por supuesto, el análisis de Arendt a ese respecto. Curiosamente el caso islandés vuelve a caer en el mismo error (señalado por la alemana) ocurrido durante la fundación de la nación norteamericana, de modo que no se plasma en el texto constitucional -si bien aún no aprobado- la importancia de mantener vivo el fenómeno mismo que da lugar a la gestación del citado texto. En suma, se propone mejorar la división de poderes -legislativo, ejecutivo y judicial-; que un 10% del electorado pueda solicitar un referéndum y que un 2% pueda presentar una iniciativa legislativa al Parlamento; el derecho a vivir con dignidad; protección a la infancia; mayor transparencia e información por parte del Gobierno, que todo el mundo sea libre de reunir y distribuir la información y mayor libertad de prensa.5

De entre los cambios más polémicos y por los que el texto no ha sido aprobado, es que el Consejo sugirió que los recursos naturales del país no puedan estar bajo propiedad privada, sino que pertenezcan a la ciudadanía islandesa, lo cual significaba poner fin a los privilegios de ciertos sectores económicos, principalmente el de la pesca y sobre todo, al negocio de compraventa de cuotas y permisos pesqueros del país.

Asimismo, propusieron la revisión del sistema electoral: que los votos valgan lo mismo en todo el país, que haya listas abiertas y limitar el gobierno del presidente a tres legislaturas y del primer ministro -que tendría que ser elegido por el Parlamento- a ocho años. Pero, no se valora la importancia de mantener vivos los métodos de participación ciudadana activa y se confía nuevamente el poder a una élite, si bien con más candados y limitaciones.

En los últimos años, además del caso islandés, hay innumerables ejemplos que citar, de movimientos masivos que han derrocado regímenes, como en la denominada Primavera Árabe o si no al menos, han intentado concertar acciones para superar crisis económicas y sociales de gran envergadura, como el caso de los “Indignados” en España. No es posible aquí analizar cada movimiento a profundidad, pero entre todos estos, existen dos que quizás arroja bastante luz respecto a las posibilidades de instaurar una democracia participativa en la actualidad: “El Movimiento Cinco Estrellas” en Italia, y “Podemos” en España.

El “Movimiento Cinco Estrellas” nace en Italia con el respaldo de un cómico genovés que dedicado a la sátira política, logró unir bajo algunos objetivos políticos específicos (encaminados principalmente a terminar con privilegios en el gobierno) a un gran quorum que día con día fue creciendo hasta que decidieron registrarse como partido político y en 2013 fue el partido más votado en las elecciones generales. No obstante, derivado de las alianzas políticas entre otros partidos, hubo de conformarse con el cuarto puesto.

¿Pero que hizo que un movimiento y partido tan joven (nace en 2009), llegara a instituirse con tal prontitud en la tercera fuerza política de un país como Italia? Es de notarse que, entre los principales líderes del movimiento, no figura ningún político de la “casta” italiana que comúnmente se les ve pasar de un cargo a otro en el gobierno (inclusive la nieta de Mussolini aún forma parte de dicha casta). Por tanto, el movimiento se autodenominó “libre asociación de ciudadanos”.

Es difícil encontrar en la prensa internacional una visión homogénea del movimiento, ya que mientras para algunos se trata de un partido político más, para otros encarna lo que han denominado la “antipolítica”. De hecho en el popular sitio de internet “Wikipedia”, aparece como un partido político, independientemente del idioma en que se edite la entrada. Pero, hay algo muy particular en tal agrupación, que le da un toque distintivo del resto de los partidos políticos en Italia, en Europa y en muchos otros países del mundo. Esto es, que tiene uno de los programas quizás más claros para inducir a sus adeptos y al pueblo en general a tomar el camino hacia la democracia participativa directa.

¿Qué tiene que ver todo esto con Arendt? Por un lado mucho, en cuanto a las propuestas para fomentar una democracia participativa, pero por el otro lado parece contradictorio, ya que el Partido se ha gestado en torno al carisma de su líder, mientras que para Arendt el único héroe posible será el ciudadano ordinario que busca que su voz sea oída. Pero con todo y eso, no puede dejar de apuntarse que el citado partido promueve medidas muy peculiares y al parecer no poco efectivas para que dicha voz sea escuchada.

Es así que en su programa establecen los siguientes puntos clave para que quienes ocupen los cargos públicos sean ciudadanos y no líderes políticos carismáticos o de “casta”.

[…]

– Reducción a dos mandatos para los congresistas y cualquier otro cargo público.

– Eliminación de cada privilegio particular a los congresistas, entre ellos el derecho a la pensión luego de dos años y medio de trabajo.

– Prohibir a los congresistas ejercitar cualquier otra profesión durante su mandato.

– Sueldos a los congresistas al nivel de la media de los salarios nacionales.

– Prohibir a los congresistas acumular cargos públicos.

– Participación directa a cada encuentro público, de parte de los ciudadanos, por vía web como ya sucede con la Cámara y el Senado.

– Abolición de la autoridad y una contemporánea introducción de una “class action” real.

– Que las leyes se publiquen en línea al menos tres meses antes de su aprobación para que puedan ser comentadas con los ciudadanos. 6

Lo que es más rescatable de estos puntos, es que al ser un requerimiento el no haber permanecido ni permanecer más de dos mandatos en cargos públicos, quienes los ocupen han de ser si no necesariamente ciudadanos comunes, personas ajenas a cualquier casta política. Pero además, cabe resaltar que el programa ya es vigente entre los candidatos del partido que se comprometen a actuar conforme a tales principios, renuncian a un porcentaje de su salario, son ciudadanos ajenos a la casta, etc.

Si bien, como se puede apreciar, no es un programa que propone un paso drástico hacia la democracia participativa, sí marca un camino claro hacia ésta, lo cual indicaría una forma de transición no violenta y que recurre a la persuasión, tal como propone la pensadora alemana, para quien el consenso sólo puede obtenerse mediante la persuasión no violenta, no vertical, que me obliga a ponerme en el lugar del otro y así clarificar opiniones.

A este punto conviene echar mano nuevamente de lo analizado respecto a la revolución islandesa, sólo para recordar que no obstante movimientos masivos sean capaces de derrocar regímenes, la experiencia de la acción conjunta y las formas de democracia participativa en las que se consiguen milagros tales, parecieran siempre, si no poco valoradas, sí difícilmente asimilables. Como si al no existir quizás un modelo perfectamente definido acorde al contexto, se recurriese incesantemente a repetir formas prestablecidas.

La cuestión es que un cambio drástico en el sistema político o institucional de un país seguramente traería consigo consecuencias también drásticas. De ahí que se antoje más viable la opción de una transición tal como la propuesta por el Movimiento Cinco Estrellas, en la que injiriéndose en las vías políticas predominantes, se van introduciendo elementos que encaminen al pueblo hacia formas participativas de organización política.

Si bien no encuadra en el sistema de consejos federados propuesto por Arendt, tal movimiento sí parece acorde a algunas de las premisas que propone la alemana, pues aún si no se establecen formas de acción encuadradas en consejos federados como tales, las formas de participación aprovechan los medios tecnológicos para concertar y configurar esquemas de retroalimentación a nivel local, donde el internet y sus herramientas comunicativas forman parte central. Es decir, las personas se dan cita en un espacio público virtual, para votar decisiones, propuestas, etcétera.

El movimiento de los indignados en España dio pie a una formación política posterior al movimiento italiano antes descrito, pero similar en tanto que, mediante la participación de ciudadanos inconformes con el sistema, se desarrollaron una serie de ideas para inscribir o insertar sus propias demandas en el sistema político ya existente. Es así, que en las elecciones de julio del 2014, el partido político “Podemos” se instauró como la cuarta fuerza política de España, y sigue un avance estrepitoso, al grado que prestigiosos diarios de ese país, como “El Mundo”, le han augurado haberse convertido ya en la primera fuerza política, pues acorde a las encuestas, si fuera el caso que hubieran elecciones en España triunfaría por sobre el sistema prácticamente bipartidista que ha reinado en ese país.

Nadie lo habría dicho hace un año. Sólo seis meses atrás, en vísperas de las elecciones europeas, ni siquiera lo vislumbraban las encuestas. Hoy, sin embargo, se perfila con trazos cada vez más firmes como una realidad insoslayable. Podemos, el nuevo partido nacido de la rabia en las calles, los jóvenes profesores que cuestionan de arriba a a abajo el sistema alumbrado en la Transición, rompe con la hegemonía intercambiable del PP y el PSOE, hace trizas el juego bipartidista e irrumpe como un ciclón en el panorama político. De celebrarse hoy elecciones generales, ellos serían los ganadores con un 28,3% de los votos.7

De la misma forma que el “Movimiento Cinco Estrellas”, el partido “Podemos” se insertó en el sistema ya existente y, a través de las vías de posibilidad que éste aún mantiene de participación política, está buscando introducir las reformas, de modo que fomenta una democracia participativa a la que día a día se adhieren más personas. Cabe señalar que, también en dicho partido, el uso de la tecnología resulta tener un papel central.

III.3 Categorías arendtianas para enfrentar la Revolución 4.0

a). Labor vs autosificiencia

En tanto que es condición para poder actuar en el espacio público, el ser humanos libres de la carga que conlleva la labor, será necesario en este capítulo entender cómo se desenvuelve hoy día dicha labor (si es tan pesada como antes de los avances tecnológicos, quiénes la llevan a cabo y si representa un impedimento para el ejercicio de la acción y la palabra en el espacio público). Pero más allá de eso, tenemos que entender las posibilidades de que la inteligencia artificial nos libere de la labor y qué pasaría si esto se consiguiera.

Muy duro tendrás que trabajar para conseguir tus alimentos. Así será hasta el día en que mueras, y vuelvas al polvo de la tierra, del cual fuiste tomado. Tú no eres más que polvo, ¡y al polvo tendrás que volver!8

Esa fue la sentencia que acorde al judaísmo llevó al hombre a tener que trabajar desde el pecado original hasta nuestros días, y desde entonces a la fecha nada nos ha librado de la labor, excepto a aquellos que han esclavizado a otros ya sea en el campo o en las fábricas.

Si los avances en inteligencia artificial permitieran al hombre obtener alimentos con tan solo introducir unas semillas, agua y nutrientes en un artefacto, la maldición milenaria se rompería. De hecho eso es lo que hace “Grobo Hydroponic Growbox”, una máquina que mide apenas 48 pulgadas de alto y ocupa menos espacio en casa que un refrigerador y que por medio de internet nos permite controlar su proceso de crecimiento aún si estamos lejos de casa.

Por el momento sólo tiene espacio para una planta que tarda en crecer entre mes y medio y dos meses, cuesta alrededor de 1700 dólares americanos y ello la hace inalcanzable para la mayor parte del sector poblacional. Sin embargo, más modelos comenzarán a aparecer en el mercado, como viene ocurriendo desde hace ya un tiempo con los artefactos inteligentes, siempre más económicos y con mejores funcionalidades. De modo tal que, la maldición milenaria de la fatiga y la labor ligada a proveerse de alimentos y productos que cubran las necesidades básicas tiene los días contados.

Y así como existe Grobo y ya hay prototipos de autos voladores, en cualquier momento habrá máquinas caseras en las que baste con insertar la tela y el hilo, elegir un diseño, y nos devuelva una blusa, un vestido o unos calcetines. En ese escenario, en algunos años lo único que requeriremos para el funcionamiento de las máquinas será energía (que bien puede ser solar o eólica) y materias primas básicas (fundamentalmente agua y semillas).

b). Homo Digital, Homo Faber y Animal Laborans

Dados los avances en la automatización de los procesos, el homo faber tiende a desaparecer en un mediano plazo, lo mismo que el animal laborans si se alcanza la autosuficiencia. Luego de años de conformar ejércitos de seres humanos a trabajar junto con la máquina, parece que ha llegado el momento de que la máquina trabaje sola. Pero evidentemente que, las empresas que producen en masa requieren de consumidores con ingresos a los cuales venderles sus productos.

Si se alcanza la autosuficiencia alimentaria y se obtiene lo suficiente para disminuir el consumo en gastos básicos como vivienda, alimentación, ropa y calzado, la situación del ser humano frente al trabajo será totalmente distinta, esto significa que nadie se sentirá totalmente atado a un trabajo y si lo hace, será sólo en la medida en que la remuneración sea conveniente y le brinde mayores beneficios que desventajas.

Obviamente que este cambio no será mañana, pero es posible que en unos 50 años gran parte de la población mundial esté en condiciones de alcanzar la autosuficiencia y por medio de esta la verdadera libertad, misma que no requiere de una revolución violenta para adquirirse, sino de tener la visión necesaria para hacerse de las herramientas que le permitan no necesitar más de un trabajo para sobrevivir.

En ese entendido, estaríamos frente al homo digital, el ser de esta nueva era que

se rodea de artefactos inteligentes para facilitarse la vida y, que se acerca a su comunidad por medio de los mismos con el objetivo de organizar trueques, intercambio de servicios, compras con monedas electrónicas y acuerdos varios.

El hombre digital envía mensajes de voz; redacta escritos sin tocar el teclado de una computadora; le basta usar el sistema de comando de voz y un sistema de dictado escribe por él; una máquina lo despierta y le avisa de sus pendientes; otra le indica cuantas calorías debe quemar hoy si quiere mantener una buena salud; otra le prepara el café y ni siquiera tiene que esperar frente a esta a que esté listo ya que un comando de voz le avisa; sube a un vehículo que no tiene si quiera que conducir ya que con sólo indicarle su destino lo llevará; verá cuantas semillas y de qué tipo le ha generado su invernadero casero en los últimos días y luego, mediante una aplicación las ha de canjear por otro tipo de semillas, por un masaje, por unas galletas o por lo que sea que necesite.

Airbnb” es una aplicación de hospedajes por internet que demuestra como mediante la red las aplicaciones para negociaciones entre particulares se están volviendo siempre más comunes y además beneficiosas para las personas que no cuentan con un amplio presupuesto para viajar. Si bien algunos hoteles se podrían quejar al respecto, no es un problema ya que ellos también pueden participar, sólo que les toca competir de momento con gente que no paga impuestos.

Si las máquinas llegan a ocupar el lugar de la burocracia, los impuestos deberían de bajar mucho, en virtud de que seguramente es menos el gasto en mantener maquinarias que en mantener seres humanos del modo en que se ha venido haciendo hasta el día de hoy.

Parecen líneas de ciencia ficción, pero así como el invernadero casero es una realidad, los autos que se manejan solos lo son, y Airbnb también lo es, por lo que nada de lo dicho hasta aquí es en realidad descabellado. El homo digital está aquí y el homo faber tiende a desaparecer siempre más, lo mismo que lo que quede del animal laborans.

c). Acción y Discurso en la era digital.

El lenguaje debió ser sin lugar a dudas una de las cosas que más revolucionó la vida de los seres humanos. Los griegos eran conscientes de su importancia y Hannah Arendt la rescata al grado de señalar que donde la palabra y los hechos se han separado, no hay poder posible. Es mediante el discurso que nos aparecemos frente a otros mostrando lo que somos más allá de lo físico, expresando nuestras ideas, nuestras necesidades, nuestras demandas, nuestras opiniones y todo eso que necesitamos que los otros escuchen si queremos avanzar juntos hacia la concreción de actos para el bien común.

Ahora, frente a la era digital, es necesario que la palabra recupere el valor perdido, que la tomen y sean escuchados aquellos que cumplen lo que dicen, que respetan su palabra y forjan su honor a partir de su cumplimiento. Porque es mediante esta que podremos ponernos de acuerdo respecto a los retos presentes y los retos por venir. Y también, porque es mediante un lenguaje informático que ya estamos transmitiendo nuestra propia inteligencia a los artefactos tecnológicos cuando insertamos comandos a fin de que ejecuten ordenes.

No es posible depositar la confianza de decidir el actuar de las máquinas en pseudo políticos que prometen acabar con la pobreza y sólo llegan a hacer negocio y servirse del dinero de los impuestos para hacerse más ricos y acumular más y más dinero, más y más poder. Se necesita formar ciudadanos en la virtud y la honra, se necesita que la gente comprenda la necesidad urgente que tiene el mundo de volver a confiar en la palabra y llegar a acuerdos que se respeten y se lleven a cabo, y se necesita crear mecanismos para corroborar que quien actúa con el dinero de todos, lo haga para servir a todos.

Entre las maravillas que ofrece la era digital, está la de brindar herramientas para transparentar siempre más y más el ejercicio público y crear espacios digitales de debate y discusión entre personas respetuosas, sabias y virtuosas. Gente que bien puede someter sus determinaciones al arbitrio de los pueblos bajo mecanismos siempre más precisos y sencillos que arrojen resultados inefables respecto a las inclinaciones de la gente, y llevar esa voz a la acción política.

Debe cambiar el modo de hacer política, debe prestarse atención a los gobernados y debe en todo momento corroborarse matemáticamente, que las propuestas de los políticos sean viables, que sus planes sean precisos en tiempos y modos y evaluarse los resultados. El político que no presente una amplia correspondencia entre su acción y su discurso, debería buscar otra ocupación porque eso haría evidente que la política no es su fuerte.

d). Libertad y la red

Además del apartado del capítulo precedente en que explicamos el concepto de libertad en Arendt, lo hemos repetido constantemente en el presente capítulo y seguiremos usando el concepto como parte fundamental para retomar el estudio de sus categorías y aplicarlas al análisis del contexto actual. De momento, bástenos con recordar que en Arendt la libertad es no sólo libertad de movimiento, sino también de palabra, de acción y de gozar de las condiciones que sean necesarias para tomar parte en la vida pública.

Ahora bien, ya vimos que una parte muy importante para ser libres es no tener que estar atado a la labor y que ésta puede siempre ser menos pesada por los avances tecnológicos que pueden contribuir a que resolvamos siempre mejor lo que respecta a conseguir los insumos necesarios para vivir.

Pero hay otra forma de libertad que se está haciendo siempre más necesaria en la era digital y ella se refiere al uso de esas tecnologías. Poder estar en posibilidades de comunicarse con la gente, de aprovechar lo que la época brinda y que puede ser para todos, compartir toda clase de contenido que sea lícito y propio, distribuir información mientras no afecte a nadie, llevar a cabo las transacciones que convengan a nuestros intereses y conformar comunidades digitales, siempre en el marco del respeto mutuo.

Al interior de una realidad digital compleja, encontramos todos los fenómenos atribuibles al ser humano, es como un espejo del mundo en el que miramos no sólo el reflejo de nuestros actos fuera de ésta, sino nuevas formas de acción a través de las cuales perseguimos nuestros objetivos, por medio de las herramientas que nos brinda.

Es así que internet tiene tantos tipos de páginas como variedad de seres humanos hay, y asimismo las aplicaciones que en la red se crean tienen tantos usos, objetivos y características, como los grupos o colectividades de individuos.

De ahí que se pueda hablar de un conjunto de páginas y herramientas que son empleadas por activistas que al hacer uso en menor o mayor grado de estas tecnologías con fines de resistencia frente a un sistema económico, político, financiero, etcétera, se convierten en ciberactivistas y conforman lo que algunos denominan la “resistencia digital”.

Entre los casos más sonados de los últimos tiempos está por supuesto el del Julián Assange, creador de Wikileaks, sitio de ciberactivismo que realizó la mayor filtración de información reservada perteneciente a los servicios exteriores de Estados Unidos. Esa filtración permitió conocer las particulares relaciones en el Departamento de Estado de EUA, los comentarios de sus representantes diplomáticos, datos de la guerra en Afganistán e Irak y empresas de espionaje, entre otras cuestiones.

El término “hacker” se asocia siempre con la intrusión indebida en los dispositivos, cuentas de correo o sistemas ajenos sin autorización, con los fines de robo, chantaje o simples demostraciones de poder, entre otros. Sin embargo, en principio se denominaba así a los grupos de programadores “libres”, esto es, gente que se ha dedicado a crear software gratuito y con ello ha construido plataformas tan fuertes e importantes como Linux y todos los productos que de ella derivan.

También es cierto que algunos hackers tienen la práctica de infiltrarse en redes institucionales o gubernamentales con el objetivo de mostrar la fragilidad de la seguridad en las mismas, sin extraer datos o dañar la red.

En cambio, el término correcto para quien se introduce indebidamente en sistemas ajenos, crea virus, causa daños, comete estafas, etcétera, es el de “cracker”. Pero cada vez el uso de la palabra “hacker” se generaliza más y se ha vuelto sinónimo de criminales de la red.

Los verdaderos hackers pues, tienen la ideología de que los recursos tecnológicos estén al alcance de todos. Es así que, en sentido estricto, figuras como Assange, no son hackers pues sus actos no eran una contribución al software libre.

El caso de Assange es más similar al Watergate, ocurrido en la década de 1970 a raíz de un robo de documentos en el complejo de oficinas Watergate de Washington D. C., sede del Comité Nacional del Partido Demócrata de Estados Unidos, y del intento de encubrir a los responsables por parte de la administración del presidente americano Richard Nixon. Cuando todo ello se descubrió, el Congreso de los Estados Unidos inició una investigación que se encontró con la resistencia del gobierno de Richard Nixon a colaborar en esta y ello condujo a una crisis institucional.

El término Watergate se emplea desde entonces para hacer referencia a una gran variedad de actividades clandestinas ilegales, en las que estuvieron involucradas personalidades del gobierno estadounidense presidido por Nixon, como el acoso a opositores políticos y a personas o funcionarios considerados sospechosos.

Entonces fue evidente que Nixon y sus colaboradores cercanos, ordenaron el acoso a grupos de activistas y figuras políticas, utilizando para ello organizaciones policiales o servicios de inteligencia, como a la Oficina Federal de Investigaciones (FBI), a la Agencia Central de Inteligencia (CIA) o al Servicio de Impuestos Internos (IRS). Tal fue el escándalo que destapó múltiples abusos de poder por parte del gobierno de Nixon, que se llevó a la dimisión de este como presidente de Estados Unidos en agosto de 1974, luego de evidenciar a un total de 69 personas, de las cuales 48 fueron encontradas culpables y encarceladas; siendo que muchas de ellas habían sido altos funcionarios de su gobierno.

Así, fue dando a los reporteros las instrucciones para destapar el escándalo: Woodward y Felt se comunicaban con un complejo sistema que incluía mensajes cifrados en los anuncios por palabras o citas en garajes subterráneos. El resultado fue la dimisión de Nixon y la condena de hasta 30 miembros de su administración, incluyendo el fiscal general, John Mitchell, condenado a 19 meses de cárcel por conspiración, obstrucción a la justicia y perjurio.9

Todo esto ocurrió sin herramientas tecnológicas, y las personas que extrajeron los documentos fueron acusados por robo, conspiración y violación de las leyes federales sobre intervención de las comunicaciones, en virtud de que habían intervenido llamadas telefónicas.

Lo que hizo Julián Assange es muy similar, con la diferencia de que él empleó medios tecnológicos y sólo por ese hecho se le llama erróneamente hacker, cuando bien podríamos decir que es cierto tipo de “activista cibernético”, en virtud de que su ideología es evidenciar actos de corrupción por parte del gobierno con ayuda de sus habilidades informáticas, más no contribuir a la distribución de software libre. Ahora bien, no profundizaremos en el debate respecto a si es o no es un delincuente. Evidentemente para el gobierno de los Estados Unidos lo es, por haberse introducido sin autorización en sus sistemas y haber sustraído información clasificada, actos que son ilegales. Mientras que no lo es para el gobierno de Ecuador que le ha dado asilo político, o para muchas otras personas que lo consideran un héroe.

Es importante esta distinción, porque también a todo activista cibernético se le denomina hacker, cuando el hacker es un tipo muy específico, si bien muchos tienen conocimientos avanzados de sistemas y sea ese quizás su único rasgo en común con otros activistas.

En ese sentido Satoshi Nakamoto o el creador o creadores de las criptomonedas son hackers, ya que crearon un sistema financiero libre y del cual es posible que cualquiera participe sin necesitar el permiso de una autoridad. Pero eso no los hace delincuentes, en virtud de que no se han introducido en sistemas ajenos sin permiso, ni extraído información clasificada, ni han robado nada a nadie. Simplemente han desarrollado un producto y el uso que otros hagan de él no es su culpa, pues sólo dependerá de quien use el recurso.

Lo que es innegable, es que una web libre y sin mediación de autoridad alguna, termina por convertirse en el paraíso de muchos delincuentes. Entre los principales recursos desarrollados por hackers, se encuentra el que dio origen a la web oscura o escondida: The Onion Routing (TOR). Se trata de una red de anonimato que permite a sus usuarios navegar por la red sin ser identificados, basándose en el enrutamiento de cebolla o red de túneles virtuales de comunicación superpuesta a Internet, que garantiza el anonimato de sus usuarios y de los enrutadores que median en la comunicación, proporcionando integridad y confidencialidad de los datos que se intercambian.

Sus usuarios y encaminadores tienen distintos roles y existen servidores de directorio. Los enrutadores son individuales o empresas que prestan su ancho de banda. También hay servicios (web, mensajería) llamados hidden services que se prestan anónimamente (no se conoce su ubicación, ni quién los gestiona o desde donde).

Anteriormente era un complemento de Firefox (TOR Button) ahora es un navegador seguro (TOR Browser Bundle y Vidalia) en múltiples idiomas y varios proyectos de software más relacionados y, también existen otros programas para acceder a esa web como Tails, Orbot, Stem, TorBirdy, etc.

TOR se inició como un proyecto de investigación de la Marina de E.U.A. llamado Onion Routing, allá por 1996, para la construcción de un protocolo que resista análisis, escuchas y ataques tanto de agentes externos como de enrutadores maliciosos. Luego, pasó a ser dirigida por la EFF (Electronic Frontier Foundation) y actualmente es una Organización sin ánimo de lucro: The TOR Project.

El proyecto es financiado por diversas instituciones y organismos internacionales entre los que destacan institutos de investigación científica y empresarial. En ese entendido, lo usan y respaldan diferentes tipos de personas que no necesariamente tienen la finalidad de delinquir, sino que requieren ocultar su identidad con diversos fines. Así, hoy en día, la gente corriente que quiere salvaguardar su intimidad usa TOR, tanto como lo utilizan militares y espías, especialmente cuando están destinados en el extranjero o policías que operan de incógnito.

Otro tipo de usuarios son periodistas y blogueros que trabajan desde países con regímenes represivos, o hacen investigaciones que por su carácter les requieren usarla, o incluso defensores de los derechos humanos y disidentes de regímenes represores pueden desarrollar sus actividades desde esa red. Por otro lado, los ejecutivos pueden aprovechar la herramienta para indagar en empresas de la competencia, y diversos profesionales tecnológicos, como los expertos en seguridad, lo emplean en sus pruebas e investigaciones.

Es así que el carácter de TOR, lo sitúa entre una plataforma para la libertad de expresión y una zona gris para actividades cuestionables. Si bien se estima que el 44% de los sitios de TOR tienen que ver con cibercrimen, la relación entre tal proyecto y las instituciones de seguridad nacional es sumamente paradójica, en virtud de que ellos mismos emplean la red para actividades de espionaje.

De todo lo hasta aquí visto es muy fácil apreciar como en la esencia de los avances tecnológicos mencionados en materia informática, hay algo que busca protegerse, defenderse y resguardar: la privacidad. Toda la información personal, desde nombre, dirección y hasta el número de cuenta del banco o los números de las tarjetas de crédito, almacenada en dispositivos representa la oportunidad a extraños, crackers o ladrones de identidad para que accedan a ellos.

Las supuestas formas de proteger todos estos datos como contraseñas o aplicaciones anti spyware, etcétera, muchas veces se revean frágiles frente a la inteligencia humana. Pero esto va más allá, pues también el seguimiento de la ubicación es una característica que se incluye en casi todos los dispositivos y aplicaciones disponibles hoy en día y que es utilizado por sitios que todos conocemos y con nuestro consentimiento (o a veces sin él), tales como Google para obtener las indicaciones en la navegación, Facebook para etiquetar su ubicación o la cámara del dispositivo, para proporcionar una hoja de ruta de donde se tomaron las fotos, entre otras.

Para algunos se trata de una función muy entretenida y muy útil, pero se tiene que estar dispuesto a renunciar a la privacidad y consentir a que todo el mundo y todas las empresas sepan dónde se encuentra en todo momento. Además, de rastrear la ubicación, las cookies crean un plano de los sitios web que ha visitado en el internet y pueden incluso contribuir, mediante las cookies de terceros, en los anuncios personalizados que aparecen en varios sitios web.

Lo anterior sin contar que los artefactos antes sólo imaginables en películas de James Bond ya están al alcance de cualquiera, así es posible adquirir en el sitio mercadolibre.com, una pluma espía con cámara por menos de doscientos pesos, grabar conversaciones con el celular con tan sólo un click, colocar cámaras ocultas del tamaño de un botón en sitios inimaginables e incluso, usar aparatos inteligentes desde teléfonos, refrigeradores y microondas como micrófonos para grabar conversaciones. Por ejemplo, también se puede controlar un ordenador a distancia, esto es, desde otro ordenador.

A tal grado están llegando los avances tecnológicos y brindando oportunidades a quien desee espiarnos, que parece que se necesita ser un genio para ser capaz de mantener intacta nuestra privacidad o bien, llevar una vida totalmente apartada de la tecnología. Para quienes de alguna forma hemos crecido inmersos en el mundo de la tecnología, tales artefactos no sólo nos resultan apasionantes, sino inclusive indispensables. Es así que a muchos no nos resulta difícil sacrificar la privacidad con tal de tener acceso a todas las maravillas que brinda el desarrollo informático.

El único problema es en realidad, que cuando se pone el riesgo el patrimonio o la integridad personal, no se ofrezcan sistemas cien por ciento seguros para protegernos, por lo que, si sacrificar privacidad representa también perder seguridad, entonces se piensa mucho antes de, por ejemplo, descargar una aplicación bancaria en el teléfono celular, a sabiendas de que esta puede ser intervenida por amantes de lo ajeno en cualquier momento.

Aun si la realidad no digital sea siempre arriesgada y no estemos nunca exentos de las posibilidades de ser víctimas de robos u otros actos ilícitos, lo ideal sería que la tecnología nos brindara un plus no sólo en cuanto a comodidad, sino también y sobre todo en cuanto a seguridad.

Por ello, habría que acordar que tanta libertad se necesita sacrificar en aras de tener mayor seguridad en el uso de la red y, evitar que los criminales aprovechen de esa libertad para cometer atrocidades, pero también habría que exigir que a la gente que lo usa con fines lícitos se les permita acceder a esos recursos sin trabas, garantizar la libertad de expresión e interacción y negociación privada entre particulares que no represente un daño a terceros.

e). Cómo instaurar el poder horizontal

La arquitectura de un Estado moderno es prerrogativa del Derecho y en particular del Constitucional. Es en la Carta Magna donde se establecen las jerarquías y se distribuye la facultad de decisión de forma vertical. En algunos casos esto se hace con un modelo similar al monárquico, delegando un poder casi absoluto en la figura del presidente, en otros, este poder se distribuye en los denominados tres poderes; el ejecutivo, el legislativo y el judicial. Mismos cuyas funciones se debieran arquitectar representando un contrapeso y un medio de control entre ellos mismos, esto es, que el propio gobierno establezca sus medios de control desde dentro. La participación de los gobernados se limita al voto durante períodos electorales y durante referendums o plebiscitos muy esporádicos.

Cuando se habla de una democracia participativa, que sería la única vía para instaurar un poder horizontal en el sentido arendtiano, lo primero que salta a la mente es la dificultad de coordinar grandes masas, conocer sus inclinaciones y permitirles tomar las decisiones principales en lo que a cuestiones públicas respecta.

Instrumentos digitales como las redes sociales se revelaron muy útiles para que la gente manifestara su descontento durante las recientes revoluciones y movimientos como los descritos en el apartado “Revoluciones sociales y revoluciones científicas” del presente texto, mismos que han sido alimentados también por la interacción a través de éstas. Del mismo modo en que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump aceptó que sin Twitter no habría logrado llegar a la presidencia, el derrocamiento de Mubarak en Egipto en 2011 no habría sido posible sin Facebook.

Hasta hoy lo que es evidente, es que en las redes se manifiesta el descontento social y han servido para organizar hasta el derrocamiento de regímenes como el citado, de Mubarak o la revolución islandesa. El problema es que una vez derrocado el régimen o que se está en posibilidades de instaurar un nuevo tipo de gobierno, no se piensa fuera del esquema vertical de poder y a lo sumo se proponen constituciones como la islandesa con algunas reformas populares, e incluso ocurre que movimientos de cambio como el de Italia o el de España terminan siendo absorbidos por la misma maquinaria ya establecida.

La digitalización de los sufragios al día de hoy, se ha revelado ineficiente al grado de que el Buró Federal de Investigaciones de Estados Unidos, investiga una posible injerencia rusa en sus sistemas que habría llevado a la victoria de Donald Trump.

No olvidemos que la condición para participar de los asuntos públicos es que sean hombres libres quienes actúen en un espacio público, y que de tal libertad gozan no sólo quienes tienen libertad de movimiento sino quienes no se deben a un dueño y tienen solucionado el problema de sustentar sus necesidades básicos sin que ello absorba todo su tiempo ni les represente fatiga. Punto que puede y debe solucionarse cuanto antes y no parece imposible que invernaderos caseros y otras máquinas inteligentes lleven siempre más a muchas personas a la autosuficiencia.

En ese sentido, la demanda hoy en día debería ser por la autosuficiencia, porque eso y sólo eso dará siempre más libertad a las personas para participar de los asuntos públicos y conformar una verdadera democracia. Pero hay otros avances además de los que pueden brindarnos autosuficiencia y que pueden ser útiles para un ejercicio democrático de masas, y con eso tiene que ver el siguiente ejemplo.

Unos no de los más significativos avances de la era digital en los últimos tiempos es el sistema que ha dado vida a las criptomonedas, mismas a las que algunos han descrito como una nueva revolución económica y que se trata de dinero que no emite un banco central ni es físico, sino que es un activo financiero creado y mantenido por una comunidad de “mineros” que es el nombre con que se designa a quienes compran al equipo necesario para unirse a la red que mantiene viva esta clase de intercambio.

El activo como tal, en principio se decía muy seguro, aunque han existido ya crisis por robos informáticos de criptomonedas en cantidades millonarias, no atribuibles al sistema de minería sino a las aplicaciones de que se valen compradores para fungir de intermediarios, es por eso que sigue su curso como producto financiero al grado que Japón le ha reconocido como un activo válido y grandes empresas de sistemas como Microsoft han creado su propia moneda virtual a la que llaman “Ethereum”.

Lo novedoso de este sistema no sólo es la posible revolución financiera que implica y, que debiera ser sujeto de un fuerte debate entre economistas y filósofos en virtud de que lo que la respalda y le da valor, es lo complejo de la criptografía que la protege. Además, es innovador que se provea bajo un esquema de funcionamiento sin ordenador central (cualquiera que cuente con el equipo necesario puede insertarse en esa red, coadyuvar a darle mantenimiento al sistema, y volverse un miembro más que verifique la validez de las operaciones y su no repetibilidad mediante un esquema al que se denomina “block chain” y que dado su alto nivel de seguridad pudiera ser precisamente un instrumento de la democracia en el que una infiltración parece imposible).

Así como para conseguir criptomonedas basta con tener un teléfono celular y un bien que intercambiar, el mismo sistema bien podría usarse para votar todo tipo de leyes, iniciativas propuestas y acuerdos en el marco de una democracia participativa.

Lo anterior es tan sólo un ejemplo y una idea que correspondería quizás a otro tipo de estudio, sin embargo, sirva para ilustrar que es necesario investigar en qué formas puede la inteligencia artificial ayudar a estructurar un sistema político totalmente distinto y horizontal, en el que el poder realmente se deposite en las manos del pueblo. En ese sentido, los sistemas de minería peer to peer (sin servidor central) parecen una gran promesa por no limitar su control a una sola máquina, sino a un gran grupo de ordenadores que siguen todos el mismo protocolo y con ello llevan a cabo la misma y exacta atribución, hecho que hace sus operaciones no sólo muy seguras, sino podría inclusive decirse: democráticas.10

f). Philia, educación y medios de comunicación.

En una estructura de poder vertical, el despotismo, la incitación al odio y todos los vicios de la tiranía son usados por líderes fascistas, que buscan a partir de eso encender la ira del populacho y ganarse así su voto bajo promesas más que de justicia, de venganza. El fascismo es el extremo de la verticalidad del poder, por lo que en un esquema de poder horizontal, la virtud por excelencia debe ser la contraria al odio, y en este caso, la philia o cordialidad es la clave central.

Supongamos que en un condominio hay un problema con el drenaje que es urgente reparar, siendo el caso que hay dos propuestas de empresas a las cuales contratar y 8 vecinos están a favor de la empresa A, mientras que dos están a favor de contratar a la B. Dado que el problema es urgente y no sería ni el primero ni el unico, ya habrán establecido un modo de resolver controversias. Lo más sencillo es que venza la opinión de la mayoría y se contrate a la empresa A.

En el caso de que fueran 5 vecinos a favor de la A y 5 vecinos a favor de la B, deberían de tener un mecanismo de decisión en caso de empate, por ejemplo. Buscar una empresa C que quizás pueda satisfacer a todos o bien dejar la decisión al azar o en manos del administrador.

Si los condóminos mantienen un trato respetuoso y cordial, buscarán una y otra vez mecanismos que les ayuden a dirimir controversias en forma pacífica, si en cambio son agresivos e irrespetuosos, sólo conseguirán acentuar sus diferencias y crear una atmósfera pesada para vivir y convivir.

La cordialidad no hace que las personas cambien de parecer o que todas piensen igual, lo que logra es que todas busquen soluciones que satisfagan a la mayoría y resuelvan los problemas que les atañen del mejor modo posible.

En el ámbito de la cordialidad, una persona bien puede indignarse, expresarse con fuerza respecto a lo que le molesta e instar con urgencia a los demás a buscar una solución a lo que le afecta, eso de ninguna manera le hace violento o irrespetuoso. Los insultos, las acusaciones, la indiferencia, el negarle la palabra a alguien, los golpes, las amenazas y alusiones directas con ira hacia una persona o varias personas en específico, es lo que rompe con la cordialidad. Quien no esté en condiciones de tener una actitud cordial para con los demás, no debe entonces procurar un acuerdo conjunto hasta que no cambie su estado mental hacia uno no violento, porque simplemente no lo logrará, o si obtiene algo será porque inspiró miedo y con ello va a generar mayor descontento, resistencia, odio y posiblemente deseos de venganza.

No se necesita ser una persona culta o estudiada para ser capaz de cordialidad, sólo se necesita tener un verdadero interés en dirimir conflictos y vivir en armonía. Aún así, es necesario que quienes sí sean capaces de llegar a acuerdos en un marco de cordialidad, determinen que medidas adoptar respecto a quienes se les imposibilita tal virtud. De tal modo que ayuden a alcanzarla a quien no parece poder, pero le mantengan al margen de la toma de acuerdos, en tanto que demuestre incapacidad para buscar soluciones conjuntas a los problemas que atañen a todos, en lugar de buscar imponerse o con su actitud logre hacer mayores los problemas en lugar de que se solucionen.

La principal forma de ayudar a promover y evocar la philia, es la misma que ocupan los regímenes fascistas para propagar el odio: la propaganda, los medios de comunicación, pero sobre todo, si se quiere que tenga duración permanente y se convierta en una virtud inamovible de las personas, es necesario que esta sea inculcada por medio de la educación. Que desde pequeños los humanos entiendan las nefastas consecuencias de la falta de cordialidad y para ello, el rescate de la filosofía y las enseñanzas del dominio de las pasiones son no solo deseables, sino urgentes.

De hecho, cabe en este apartado señalar que la revolución digital puso en jaque a las televisoras, sobre todo en México, donde suelen ofrecer un contenido de bajísima calidad y dado que, nuevos medios de entretenimiento por internet ofrecen alternativas mejores, los periódicos hablan con frecuencia de una severa crisis desde 2015 que ha bajado los raitings a niveles históricos. Los noticieros perdieron credibilidad porque con las cámaras y los ordenadores, muchas noticias falsas quedaron al descubierto, lo que llevó en México a Grupo Televisa a cambiar a casi todos los conductores de sus principales noticieros y sacar varios programas basura del aire.

Ello puede ser una ventaja pues orilla a los medios por un lado a dar información certera y, por otro a las televisoras a crear contenido de mayor calidad a través del cual se contribuya a una formación ética de las poblaciones.

g). Espacio público digital

Los avances en tecnología digital pueden facilitar tremendamente la creación de un espacio público para el debate y la toma de decisiones conjuntas. Herramientas como blogs, redes sociales y diversos sitios, son el punto de encuentro de cada vez más y más personas. Lo que importa es que hablen en un ambiente de cordialidad y el hecho de expresarse por escrito les ayudará a tomarse un tiempo para medir, pensar y estructurar sus palabras.

En una asamblea donde concurren cientos de personas, la comunicación es inmediata, se tiene que llevar un discurso escrito y la prisa del momento hace que no se piense perfectamente todo o se olviden cosas, además de que, si se concerta una cita para las cinco dela tarde, por así decirlo, no todos pueden porque tienen deberes que atender.

En un medio digital, se puede convocar a una asamblea virtual con duración hasta de una semana, elegir bien a los ponentes para que antes que nada sean expertos en el tema y después, el resto de la gente puede votar las propuestas que más le gustan con mecanismos tan simple como el click “me gusta” que ya incluyen diferentes redes sociales y, bien pude ponerse en los sitios destinados a la discusión democrática.

El espacio puede ser organizado por niveles tomando en cuenta la división política que ya tenemos establecida de modo que, respecto a los problemas locales, haya un espacio propio donde quienes viven en determinado municipio discutan sus prioridades y las voten. Todo es cuestión de sentarse con ingenieros de sistemas, expertos en derecho constitucional y arquitectura de la administración pública, para definir los mecanismos por medio de los cuales es posible la concreción de un espacio público digital y por su puesto que es posible.

No necesariamente se debe hacer un giro radical e inmediato de un esquema vertical de poder a uno horizontal, se puede ir poco a poco para poner a prueba las herramientas e irlas consolidando, de modo que, en inicio se traten asuntos locales y poco a poco de mayor escala. Lo más importante es que nadie diga que no es posible sin ponerlo en práctica e ir puliendo tal ejercicio, porque sería un engaño. Con los avances que se tienen hoy en día en inteligencia artificial, es más que posible.

Por otro lado, con los sistemas como el descrito en el párrafo que antecede, estaríamos protegidos contra intrusiones malintencionadas, ya que, si se conformara por ejemplo una comunidad de gente autosuficiente del ancho de un Estado de la República, cada municipio podría contar un una mina de 50 ordenadores en conexión, por ejemplo, y ejercitando un protocolo revisado por ingenieros en sistemas de distintas organizaciones civiles que corroboraran que lleva a cabo las operaciones de forma correcta, y al no haber servidor central, una intrusión sólo sería posible accediendo a todos y cada uno de los ordenadores de las minas, lo cual es muy difícil que ocurra. De cualquier modo, a mayor número de ordenadores más difícil la intrusión y a menor número de municipios, más fácil el control manual de los votos.

Todo es una cuestión de ensayo y error, no dejar inmediatamente todo en manos de la inteligencia artificial, hasta no comprobar que las herramientas son útiles y seguras, pero de ningún modo dejar de aprovecharlas en beneficio de las causas más buenas y con los propósitos más limpios que pueda tener la humanidad por el bien de todos, sin distinción de edad, raza, género condición social, etcétera.

Ya estamos en medio de una transformación sin precedentes, no podemos dejar que el miedo al cambio o el temor a lo desconocido deje que todos estos avances se queden en manos de gente ignorante y carente de virtudes que, les pudiera dar un uso destructivo.

Una de las más brillantes deducciones de la alemana Hannah Arendt al hablar de la banalidad del mal, es el haberse percatado de que este proviene de la ignorancia, agreguemos que también el miedo tiene malas consecuencias, no permitamos que la riqueza que representa la inteligencia artificial caiga o quede en las manos de quienes tienen miedo y son ignorantes, no permitamos que los algoritmos y protocolos que se inserten en androides y robots generen destrucción, hagamos todo lo posible porque generen paz, autosuficiencia, libertad, armonía y finalmente una verdadera civilización avanzada y plena.

1 Pierre Bourdin, Robots, inteligencia artificial y ética, artículo publicado en “El Periódico”, diario barcelonés, el 16 de enero de 2017 y que al mes de abril del mismo año se pudo consultar en la liga: http://www.elperiodico.com/es/noticias/opinion/robots-inteligencia-artificial-etica-articulo-bourdin-5747045

2 Op. Cit. ARENDT (1977), p. 73.

3 ARENDT, Hannah, Los origenes del totalitarismo, Taurus, México, 1998, p.105.

4 BASTEIRO, Daniel. La revolución cívica de Islandia: un mito en el que merece la pena creer. 23/Nov/2012. Hufftintong Post. Consultado el 29/08/2014 en http://www.huffingtonpost.es/2012/11/22/la-revolucion-ciudadana-e_n_2176039.htm

5 La traducción al inglés del texto propuesto para una nueva Constitución en Islandia está disponible en línea en la página: http://stjornlagarad.is/other_files/stjornlagarad/Frumvarp-enska.pdf, y fue consultado y descargado el 28/08/2014.

6Texto original en lengua italiana en : http://www.beppegrillo.it/movimento/2010/07/sviluppo.html Traducción propia.

7 CRUZ, MARISA, Podemos, primera fuerza En:

http://www.elmundo.es/espana/2014/11/24/5472339c268e3ee96d8b4593.html Consultado el Lunes 8 de diciembre de 2014.

8Génesis 3:19 Santa Biblia, Edición Reyna Valera.

9 En: Muere a los 95 años Mark Felt, la ‘Garganta Profunda’ del Watergate, artículo publicado en “El País”, diario español, el 19 de diciembre de 2008

10 Para una explicación más detallada de las criptomonedas y el sistema que las crea, ver el Anexo único.

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