1. Estado de la cuestión

Tradicionalmente, la mayor parte de la investigación científica se ha desarrollado en el contexto específico de disciplinas académicas, a través de la especialización en áreas de conocimiento que funcionan de manera autónoma y que tienen sus propios programas de investigación dedicados a sus objetivos e intereses individuales. Este marco conceptual se viene desarrollando desde el siglo XIX (Lawrence, 2004), aunque algunas investigaciones retrasan sus inicios hasta la diferenciación entre sujeto y objeto a partir de la obra de Descartes -siglo XVII- o incluso antes (Jara, Rodríguez y Sosa, 2018; Peñuela Velásquez, 2005).

En la actualidad, si bien en algunos ámbitos la aproximación clásica sigue siendo válida, en otros la manera de hacer ciencia está cambiando; esto se debe fundamentalmente a la existencia de una creciente tensión en los entornos académicos y científicos entre la especialización excesiva y la naturaleza compleja de la realidad a estudiar, la cual puede precisar de la integración de diversos enfoques y/o disciplinas para ser comprendida en su totalidad (Després, Brais, & Avellan, 2004; Fair, 2010; Ramadier, 2004). Un claro ejemplo en esta línea es el de los sistemas socioeconómicos y ambientales y sus problemas asociados, para la resolución de los cuales, en algunos casos, el paradigma disciplinar resulta incompleto e insuficiente (Jara, Rodríguez & Sosa, 2018; Wickson, Carew, & Russell, 2006), ya que si bien el estudio de las diferentes partes contribuye a nuestro entendimiento del fenómeno, éste solo puede llegar a ser comprendido de forma completa a través de la dinámica del conjunto (Doblaré Castellano & Alarcón Álvarez, 2008).

Por tanto, en el momento científico actual, aunque se siguen realizando gran cantidad de investigaciones disciplinares, se están desarrollando también aproximaciones más flexibles, que tratan de superar las limitaciones de la práctica estándar mediante la incorporación de diferentes formas de investigación supradisciplinar tales como la multidisciplinariedad, la interdisciplinariedad y la transdisciplinariedad. Esencialmente, estas prácticas representan un continuo y se diferencian por el grado de integración y colaboración entre disciplinas, así como por las razones que impulsan dicha colaboración e integración (Mobjörk, 2010).

En primer lugar, es necesario dejar claro que estas prácticas no rompen completamente con la disciplinariedad (DR en adelante), ya que se desarrollan a partir de las disciplinas y dependen de ellas (De la Herrán, 2011; Fair, 2010). En la misma línea, es importante incidir en que las prácticas supradisciplinares no pretenden ni conllevan la disolución de la investigación disciplinar tradicional, sino que se basan en la complementariedad entre todas las prácticas investigadoras a través del fortalecimiento del conocimiento generado dentro de cada disciplina (Andrén, 2010; Gasper, 2001; Jahn et al., 2012; Mcgregor, 2004). Dicha complementariedad entre los enfoques supradisciplinarios y los disciplinarios se hace patente en que por un lado la organización disciplinar sigue siendo un elemento central del ordenamiento académico, y por otro, en que las prácticas de investigación basadas en la colaboración entre disciplinas ayudan a cuestionar el potencial y los límites de los enfoques monodisciplinares, contribuyendo así a la progresión de las propias disciplinas y a la generación de conocimiento científico (Wilthagen, Aarts, & Valcke, 2018). A su vez, esta complementariedad está relacionada con los distintos niveles de detalle acerca de la realidad que cada práctica es capaz de abordar: mientras la DR se enfoca en un solo nivel de la realidad, a veces incluso en fragmentos de dicho nivel de realidad, la TDR se enfoca en las dinámicas existentes entre varios niveles de la realidad al mismo tiempo (Aagard & Siune, 2007).

Por otro lado, es importante destacar que existe mucho debate incluso en torno a la propia definición de los distintos enfoques supradisciplinares, ya que resulta difícil establecer claramente los límites entre ellos. No existe consenso acerca de su alcance y sus características distintivas, siendo por consiguiente su definición muy dependiente de las áreas de conocimiento desde las que se formula (Jahn et al., 2012; Morin, 2001; Zierhofer & Burger, 2007). Como consecuencia, muchas veces los tres términos (multidisciplinariedad, interdisciplinariedad y transdisciplinariedad) son usados de manera intercambiable (Jahn et al., 2012), o bien como si se tratara del mismo concepto (Krishnan, 2009), llegando en algunos casos a ser usados de forma contradictoria (Aagard & Siune, 2007; Jahn et al., 2012).

Por todo lo anterior, con el fin de clarificar a qué nos referimos a lo largo de esta obra con los distintos términos, ofrecemos a continuación unas definiciones -lo más precisas posible- de acuerdo con la literatura actual.

2. Definición de conceptos

2.1- Disciplinariedad, monodisciplinariedad, unidisciplinariedad

Los tres términos hacen referencia a la forma tradicional de desarrollar la actividad investigadora, la cual se basa en la especialización en disciplinas académicas creada durante el siglo XIX (Lawrence, 2004). Dentro de este contexto, cada disciplina científica lleva a cabo programas de investigación de manera autónoma con respecto a las otras disciplinas, enfocándose en unos objetivos propios, usando una metodología común, compartiendo el mismo paradigma de investigación, el mismo lenguaje y la misma jerga científica  (Mcgregor, 2004). A su vez, este enfoque disciplinar presenta una total correspondencia con la estructura definida en el contexto académico a través de departamentos diferenciados, profesionales asociados y materias impartidas (Krishnan, 2009). Esto no quiere decir que estas diferenciaciones sean absolutas, dado que diversas disciplinas pueden compartir temas de interés, teorías y métodos; no obstante, el nivel de definición de los factores epistemológicos e institucionales descritos determina la estructuración y el reconocimiento de una determinada disciplina. Asimismo, en términos prácticos, el personal investigador adscrito a una misma disciplina trabajará, de forma más o menos coordinada, en los temas y objetivos que se consideren como legítimos dentro de la misma (Wernli & Darbellay, 2016).

2.2- Multidisciplinariedad, pluridisciplinariedad

La multidisciplinariedad (MDR en adelante) es la práctica de investigación basada en la yuxtaposición de modelos teóricos y metodológicos pertenecientes a diferentes disciplinas para abordar una pregunta de investigación específica; en este enfoque, cada especialista trabaja por separado, existiendo poca o ninguna sinergia entre los investigadores de los diferentes campos involucrados. Aunque se compartan ciertas perspectivas e información, la yuxtaposición sirve a la disciplina base (la que inició la colaboración a través de una cuestión específica propia de su ámbito de conocimiento) y cuando el trabajo se completa, cada disciplina retorna a sus respectivos límites (Jahn et al., 2012; Mcgregor, 2004). El acercamiento multidisciplinar es el primer tipo de colaboración entre disciplinas, y conlleva un enriquecimiento de la labor investigadora a través de la incorporación de las perspectivas de diversas áreas. Sin embargo, dicho enriquecimiento está siempre al servicio de la disciplina base, por lo que los límites del marco disciplinar permanecen vigentes (Aagard & Siune, 2007); la actividad desarrollada en un proyecto multidisciplinar no conduce necesariamente a la interacción, llegando a trabajar los diversos equipos ignorando el trabajo llevado a cabo por el resto (Andrén, 2010; Gasper, 2001). A su vez, es frecuente escuchar el término multidisciplinar en el contexto de ciertas revistas científicas que publican artículos sobre diferentes temas asociados a este perfil de investigación  (Rousseau et al., 2019).

2.3- Interdisciplinariedad

La interdisciplinariedad (IDR en adelante) es una práctica de investigación que se diferencia de la MDR en que aborda una pregunta de investigación específica mediante el diálogo, la coordinación, la colaboración y la transferencia de modelos y herramientas metodológicas entre las diferentes disciplinas involucradas (Hadorn et al., 2008; Lawrence, 2004; Pohl & Hadorn, 2008; Ramadier, 2004). La definición de la investigación, sus objetivos, los conceptos centrales y la integración y presentación de resultados se realizan de forma conjunta (Jahn et al., 2012). La IDR puede tener diferentes significados, pero una de las definiciones más aceptadas y que se repite a lo largo de la literatura científica es la proporcionada por la National Academy of Sciences de los EEUU, en la que el concepto clave es la integración de conocimiento  (diferentes tradiciones investigadoras, perspectivas y escuelas de pensamiento (Rousseau et al., 2019):

A mode of research by teams or individuals that integrates information, data, techniques, tools, perspectives, concepts and/or theories from two or more disciplines or bodies of specialized knowledge to advance fundamental understanding or to solve problems whose solutions are beyond the scope of a single discipline or area of research practice.

Se pueden distinguir varios grados de IDR, dependiendo de su aplicación (cuando los métodos de una disciplina son transferidos a otra y dan lugar a nuevas aplicaciones), su integración epistemológica (cuando esa transferencia da lugar a nuevos análisis o desarrollos teóricos) o su capacidad de generación de nuevas disciplinas a través de esa transferencia de modelos y métodos. Sin embargo, la IDR (al igual que la MDR), si bien sobrepasa el marco monodisciplinar, todavía mantiene su objetivo dentro del mismo, contribuyendo a trascenderlo en el grado que contribuye a la generación de nuevas disciplinas (Aagard & Siune, 2007; Mcgregor, 2004). Aunque nuevas sinergias surgen de estas interacciones, pueden no resultar suficientes para abordar la profunda complejidad de los grandes problemas de nuestra sociedad; por ello, en determinados contextos y dependiendo del problema bajo consideración, puede ser necesario impulsar un acercamiento que lleve la integración de las disciplinas un paso más allá, que nos desafíe a trascender los límites de nuestro pensamiento creando un espacio dialogado que conduzca a nuevos enfoques con los que afrontar tal complejidad (Andrén, 2010; Jahn et al., 2012; Mcgregor, 2004).

2.4- Transdisciplinariedad

La transdisciplinariedad (TDR en adelante) es una práctica de investigación basada en la articulación de varias disciplinas en torno al estudio de una pregunta específica, llegándose a generar una nueva parcela de conocimiento, la cual surge como resultado de la superación de los límites de algunas/todas las disciplinas involucradas. Un enfoque TDR comienza desde el diseño mismo de la investigación, y precisa de la creación de una arena e idioma comunes desde los que poder trabajar en conjunto y trascender los marcos tradicionales. Como el propio prefijo “trans” indica, la TDR se corresponde con lo que está entre, a través de y más allá de las disciplinas, siendo por tanto capaz de generar cuestiones e hipótesis imposibles de plantear desde una dinámica DR tradicional (Ciesielski et al., 2017).

El enfoque TDR se hace necesario a la hora de afrontar muchos de los problemas actuales, ya que permite abarcar la complejidad de dichos problemas, toma en cuenta la diversidad existente en la realidad y las diferentes percepciones científicas que se ocupan de acercarse a ella, posibilita conectar el conocimiento abstracto con casos específicos, y constituye el tipo de conocimientos y prácticas que son percibidas socialmente como de “bien común” (Andrén, 2010; Hadorn et al., 2008). Esta percepción positiva de las prácticas TDR se deriva de su vocación de transparencia y de participación pública (Graf, 2019), ya que no sólo pretende generar conocimiento, sino que busca sobre todo resolver problemas específicos de la sociedad, fomentando para ello que la comunidad científica trabaje de la mano del resto de los agentes sociales / las diferentes partes implicadas para así contribuir al progreso de todas ellas (Colpaert, 2018; Herneoja et al., 2015; Holmes et al., 2018; Jahn et al., 2012; Pohl & Hadorn, 2008Klein et al., 2001).

Parte de la comunidad académica ha presentado diversas objeciones al concepto de la TDR, o ha alertado acerca de las posibles complicaciones que pueden surgir de su puesta en práctica  (Nowotny, 2004). Respecto a los aspectos teóricos, se ha argumentado que la eliminación de los límites entre las disciplinas, así como entre la ciencia y la sociedad, puede llevar a que se diluyan las peculiaridades de cada ámbito (Aronson, 2003). Respecto a los aspectos metodológicos, la principal objeción se concentra en torno a la posibilidad de alcanzar un verdadero enfoque transdisciplinar. Existe un consenso general sobre la falta de un conjunto único de metodologías que puedan caracterizar la práctica de la TDR y, en ocasiones, esta heterogeneidad es vista como un problema. Por último, existen también objeciones relativas a la dificultad para evaluar estas prácticas de investigación debido a su carácter disruptivo y novedoso (Holmes et al., 2018; Klein, 2008).

En cuanto a la puesta en práctica de la TDR, se alude a la necesidad de que la comunidad investigadora sea capaz de asumir esa imbricación entre disciplinas a medida que se crea un corpus de investigación superior, identificándolo como beneficioso para el conjunto y la propia disciplina, y no como una pérdida de identidad, ya que si bien por un lado la TDR hace necesario desterrar el egocentrismo epistemológico, por otro mantiene la referencia a la disciplina de partida (De la Herrán, 2011).

A día de hoy, las prácticas TDR han experimentado un avance significativo en su conceptualización, pero no tanto en su realidad práctica (Peñuela Velásquez, 2005). Esto es en gran medida debido a que, si bien a nivel teórico la conceptualización y la elaboración de planes TDR resulta sencillo, la ejecución práctica de esas ideas, superando los límites de las disciplinas involucradas y con los riesgos inherentes a tal aproximación, no es tarea fácil. Como consecuencia, se siguen manteniendo mayoritariamente los esquemas disciplinares tradicionales, algo que si bien condujo a la hiperespecialización  que ha permitido alcanzar el nivel de conocimiento que tenemos hoy en día en cada disciplina, ha dificultado el desarrollo de visiones holísticas (Doblaré Castellano & Alarcón Álvarez, 2008).

De acuerdo a las descripciones realizadas, en el presente volumen se utiliza preferentemente el término TDR – Transdisciplinariedad, ya que se considera que refleja el nivel más completo de colaboración en la investigación científica (académica y no académica), englobando al mismo tiempo en cierta manera al resto de prácticas supra-disciplinares.  

Referencias

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Terra Incognita: Libro blanco sobre transdisciplinariedad y nuevas formas de investigación en el Sistema Español de Ciencia y Tecnología Copyright © 2020 por (Eds.) Jorge Caro; Silvia Díaz-de la Fuente; Virginia Ahedo; Débora Zurro; Marco Madella; José Manuel Galán; Luis R. Izquierdo; José Ignacio Santos; y Ricardo del Olmo se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución 4.0 Internacional, excepto cuando se especifiquen otros términos.

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