11.2 Comparación de los métodos de distribución
Figura 11.2.1 ¿Cuál es mejor?
11.2.1 La influencia de la educación a distancia en el aprendizaje en línea
Podemos aprender mucho de los desarrollos anteriores de educación a distancia. Aunque la tecnología es diferente, el aprendizaje totalmente en línea es sólo otra versión de la educación a distancia.
Se ha escrito mucho sobre educación a distancia (ver por ejemplo Wedemeyer, 1981; Peters, 1983; Holmberg, 1989; Keegan, 1990; Moore and Kearsley, 1996; Peters, 2002; Bates, 2005; Evans et al., 2008) pero conceptualmente, la idea es bastante simple: los alumnos estudian a su propio tiempo, en el lugar de su elección (hogar, trabajo o centro de aprendizaje), y sin contacto cara a cara con un profesor. Sin embargo, los estudiantes están “conectados”, por lo general a través de Internet con un instructor, profesor adjunto o tutor que realiza el seguimiento y la evaluación de los estudiantes.
La educación a distancia ha estado vigente desde hace muchos años. Se podría decir que en la religión cristiana, la epístola de San Pablo a los Corintios era una forma temprana de educación a distancia (53-57 AD). El primer diploma de educación a distancia por correspondencia lo otorgó la University of London (Reino Unido) en 1958. Los estudiantes recibían por correo la lista de lecturas a realizar y rendían el mismo examen que los alumnos presenciales. Si los estudiantes podían afrontarlo, contrataban un tutor particular, lo que el novelista victoriano Charles Dickens llamaba la Universidad Popular, ya que proporcionaba acceso a la educación superior a los estudiantes provenientes de sectores menos acomodados. El programa aún continúa hasta nuestros días, pero ahora se llama Programas Internacionales de la University of London con más de 50.000 estudiantes de todo el mundo.
En América del Norte, históricamente, muchas de las primeras universidades beneficiadas por la concesión de tierras “land-grant”, como la Penn State University, la University of Wisconsin, la University of New Mexico en los EE.UU., y la Memorial University, University of Saskatchewan and University of British Columbia en Canadá tienen un compromiso con el estado o con toda la provincia: ofrecer programas de educación a distancia, principalmente para agricultores, maestros y profesionales de la salud dispersos en todo el estado o provincia desde sus comienzos. Actualmente, estos programas se han ampliado a estudios de grado y de maestría profesional. Australia es otro país con una larga historia de educación primaria y postsecundaria a distancia.
Las certificaciones de la mayoría de estas universidades tienen el mismo reconocimiento que los diplomas presenciales. Por ejemplo, la University of British Columbia que ofrece programas de educación a distancia desde 1936, no hace ninguna distinción en los certificados de estudios a distancia y los cursos presenciales, ya que en ambas opciones los estudiantes realizan los mismos exámenes.
Otra característica de la educación a distancia de la Open University británica iniciada en la década de 1970, más tarde adoptada y adaptada por las universidades norteamericanas es el proceso de diseño de los cursos basados en el modelo ADDIE, pero especialmente orientados a los estudiantes a distancia. Este modelo centra la atención en la definición de los resultados de aprendizaje esperados, la producción de materiales multimedia de alta calidad, la planificación de actividades y de soporte a los estudiantes. Como resultado, las universidades que ofrecían programas a distancia comenzaron a ofrecer educación en línea en los 1990, y debido al cambio rápido hacia la enseñanza remota de emergencia durante el Covid-19 (ver por ejemplo Fox et al.,et al., 2020). Estas universidades descubrieron que, en general, los estudiantes en línea alcanzaban resultados tan satisfactorios como los estudiantes presenciales (tasas de finalización generalmente entre el 5-10% en los cursos presenciales -ver Ontario, 2011-), lo que es sorprendente dado que los estudiantes a distancia generalmente tienen otros horarios laboral y familiar.
Es importante reconocer la larga y distinguida reputación de los programas de educación a distancia de las instituciones reconocidas internacionalmente por su alta calidad, aunque las fábricas de diplomas comerciales, especialmente en los EE.UU., les han dado a algunos programas a distancia una reputación injustificada de ser de menor calidad. Al igual que con toda la enseñanza, la educación a distancia se puede hacer bien o mal. No obstante, cuando la educación a distancia es diseñada profesionalmente y ofrecida por instituciones públicas de alta calidad, logra alcanzar con éxito la satisfacción de las necesidades de los adultos que trabajan, de los estudiantes de zonas remotas que de otro modo les sería difícil acceder a la educación, de los estudiantes presenciales que quieren realizar un curso adicional o que tienen horarios laborales que dificultan su asistencia a clases. Las universidades, los colleges y las escuelas han logrado estos objetivos solamente adoptando las normas de diseño de alta calidad.
Al mismo tiempo, un grupo pequeño pero de gran influencia de profesores e instructores bastante independientes de la educación a distancia han desarrollado buenas prácticas de la enseñanza en línea y mediada por computadoras. Roxanne Hiltz y Murray Turoff (1978) experimentaban con el aprendizaje en línea o semipresencial ya en la década de 1970 en el New Jersey Institute of Technology, y Linda Harasim (2017) en la Simon Fraser University que se centró especialmente en el aprendizaje colaborativo online y la construcción del conocimiento dentro de un entorno de la universidad o escuela.
También hay mucha evidencia que los docentes en muchas escuelas, colleges y universidades nuevas no han adoptado estas buenas prácticas, sino simplemente transfirieron la clase magistral a un aprendizaje combinado y en línea con resultados pobres o incluso desastrosos. También se hizo evidente durante el Covid-19 (ver, por ejemplo, Fayed y Cummings, 2021, y Barbour et. al, 2021, pp.-12-17)
11.2.2 Lo que dicen las investigaciones
Se han realizado miles de estudios que comparan la enseñanza presencial con la enseñanza asistida por diferentes tecnologías, como las clases televisadas, el aprendizaje asistido por computadoras, y el aprendizaje en línea, o que comparan la enseñanza presencial con la educación a distancia. Se han realizado meta-estudios sobre la enseñanza en línea. Un meta-estudio combina los resultados de muchos estudios “científicos” que generalmente utilizan métodos comparativos o cuasi experimentales (Means et al., 2010; Barnard et al., 2014) Casi todos estos “meta-estudios” encuentran poca o ninguna diferencia significativa en las modalidades de distribución de la enseñanza, en términos del efecto sobre el aprendizaje o rendimiento de los estudiantes. Por ejemplo, Means et al. (2010), en una meta-estudio sobre la enseñanza en línea y la enseñanza semipresencial para el Departamento de Educación de los EE.UU. informó:
“En los últimos estudios experimentales y cuasi-experimentales que contrastan la instrucción combinada online y presencial con la instrucción tradicional en la clase presencial revelan que la instrucción combinada es más eficaz, ya que proporciona una justificación para el esfuerzo de diseño e implementación del enfoque. Cuando se opta solamente por el aprendizaje en línea, este revela ser tan efectivo como la instrucción convencional presencial, pero no la supera.”
Means et al. atribuyeron el rendimiento ligeramente mejor del aprendizaje combinado a que los estudiantes dedican más tiempo a las tareas. Esto pone de relieve un hallazgo común, que cuando se han encontrado diferencias, estas se atribuyen a factores que no tienen relación con la modalidad de distribución. Tamim et al. (2011) identifica que los estudios comparativos “bien realizados” cubren 40 años de investigación. Tamim et al. descubrieron que hay una leve tendencia en los estudiantes que estudian con tecnología que logran mejores resultados que los estudiantes que no la usan. Sin embargo, la diferencia medida fue bastante leve, y los autores afirman:
“Se puede argumentar que se trata de los objetivos de instrucción, la pedagogía, la eficacia de los docentes, la materia, la edad, la fidelidad de la implementación de la tecnología, y posiblemente otros factores que pueden representar las influencias más poderosas en la dimensión del efecto, en lugar de pensar en la naturaleza de la intervención de la tecnología.”
La investigación sobre cualquier tipo de aprendizaje no es fácil; sólo hay tantas variables o condiciones diferentes que afectan el aprendizaje en cualquier contexto. De hecho, son las variables que deberíamos examinar, no sólo la modalidad de distribución o impartición tecnológica. En otras palabras, debemos plantearnos una pregunta que propuso por primera vez Wilbur Schramm, ya en 1977:
¿Qué tipos de aprendizajes pueden facilitar diferentes medios de comunicación, y bajo qué condiciones?
En cuanto a la toma de decisiones sobre la modalidad de distribución, deberíamos preguntarnos no cuál es la mejor modalidad sino:
¿Cuáles son las condiciones más adecuadas para el aprendizaje presencial o cara a cara, mixto o semipresencial o a distancia o totalmente en línea, respectivamente?
Afortunadamente, hay mucha investigación y buenas prácticas que proporcionan orientación al respecto, al menos con referencia al aprendizaje semipresencial y en línea (ver por ejemplo Anderson, 2008; Picciano et al., 2013; Halverson et al., 2012; Zawacki-Richter and Anderson, 2014). Irónicamente, veremos que lo que falta es una buena investigación sobre el potencial propio de la enseñanza presencial o cara a cara en la era digital cuando también hay otras opciones en línea.
11.2.3 El reto de la supremacía de la enseñanza presencial
A pesar de que se han realizado diversas investigaciones inconclusas sobre la comparación del aprendizaje en línea con la enseñanza presencial en términos del aprendizaje de los estudiantes, hay muy poca evidencia o incluso ninguna teoría para guiar las decisiones sobre lo que es mejor hacer en línea y lo que es mejor hacer en la modalidad presencial en un contexto de aprendizaje combinado, o sobre las circunstancias o condiciones que hacen del aprendizaje totalmente en línea una mejor opción que la enseñanza en el aula. En general, el supuesto parece haber indicado que la enseñanza presencial es la opción por defecto en virtud de su superioridad, y el aprendizaje en línea se utiliza sólo cuando las circunstancias impiden el uso de la enseñanza presencial, como cuando los estudiantes no pueden llegar a la universidad debido a las inclemencias del tiempo, o cuando las clases son tan masivas que la interacción con los estudiantes es mínima o cuando se cierras las escuelas y universidades durante una pandemia.
Sin embargo, el aprendizaje en línea se ha vuelto tan frecuente y eficaz en diversos contextos que es el momento de preguntarse:
¿Cuáles son las características únicas de la enseñanza presencial o cara a cara que hacen que sea pedagógicamente diferente de la enseñanza en línea?
Es posible, por supuesto que no haya nada pedagógicamente único en la enseñanza presencial, pero dada la retórica en torno a “la magia del aula” (Sarma, 2013) y las matriculas extremadamente costosas asociadas con la enseñanza de élite presencial, o de hecho, el alto costo de la educación presencial financiada con fondos públicos, que es hora de que haya una teoría, basada en la evidencia, sobre que hace a la enseñanza presencial tan especial. Se retomará este aspecto en la Sección 10.5.
Mientras tanto, veremos un método para determinar cuál es la modalidad de distribución o impartición adecuada (presencial, semipresencial o en línea)
Referencias
Allen, I, and Seaman, J. (2012) Conflicted: Faculty and Online Education, Babson Survey Research Group
Anderson, T. (ed.) (2008) The Theory and Practice of Online Learning Athabasca AB: Athabasca University Press
Barbour, M., LaBonte, R. and Nagle, J. (2021) State of the Nation: K-12 e-Learning in Canada, 2021 edition Halfmoon Bay, BC: The Canadian eLearning Network
Bates, A.W. (2005) Technology, e-Learning and Distance Education London/New York: Routledge
Bernard, R. et al. (2014) Detecting bias in meta-analyses of distance education research: big pictures we can rely on Distance Education Vol. 35, No. 3
Evans, T., Haughey, M. and Murphy, D. (2008) International Handbook of Distance Education Bingley UK: Emerald Publishing
Fayed, I. and Cummings, J. (2021) Teaching in the Post Covid 19 Era Springer: Cham, Switzerland, 764 pp
Fox, K., Bryant, G., Lin, N., Srinivasan, N. (2020). Time for Class – COVID-19 Edition Part 1: A National Survey of Faculty during COVID-19. Tyton Partners and Every Learner Everywhere, July 8, 32 pp.
Halverson, L. R., Graham, C. R., Spring, K. J., & Drysdale, J. S. (2012) An analysis of high impact scholarship and publication trends in blended learning Distance Education, Vol. 33, No. 3
Harasim, L. (2017) Learning Theory and Online Technologies 2nd edition New York/London: Taylor and Francis
Hiltz S., and Turoff M.(1978) Network Nation: Human communication via computer Reading, MA: Addison Wesley
Holmberg, B. (1989) Theory and Practice of Distance Education New York: Routledge
Jaschik, S. and Lederman, D. (2014) The 2014 Inside Higher Ed Survey of Faculty Attitudes to Technology Washington DC: Inside Higher Ed
Keegan, D. (ed.) (1990) Theoretical Principles of Distance Education London/New York: Routledge
Lederman, D. (2019) Professors’ Slow, Steady Acceptance of Online Learning: A Survey Inside Higher Education, 30 October
Means, B. et al. (2010) Evaluation of Evidence-Based Practices in Online Learning: A Meta-Analysis and Review of Online Learning Studies Washington, DC: US Department of Education
Moore, M. and Kearsley, G. (1996) Distance Education: A Systems View Belmont CA: Wadsworth
Ontario (2011) Fact Sheet Summary of Ontario eLearning Surveys of Publicly Assisted PSE Institutions Toronto: Ministry of Training, Colleges and Universities
Peters, O. (1983) Distance education and industrial production, in Sewart et al. (eds.) Distance Education: International Perspectives London: Croom Helm
Peters, O. (2002) Distance Education in Transition: New Trends and Challenges Oldenberg FGR: Biblothecks- und Informationssystem der Universität Oldenberg
Picciano, A., Dziuban, C. and & Graham, C. (eds.) (2013) Blended Learning: Research Perspectives, Volume 2. New York: Routledge
Sarma, S. (2013) The Magic Beyond the MOOCs Boston MA: LINC 2013 (recorded presentation)
Schramm, W. (1977) Big Media, Little Media Beverley Hills CA/London: Sage
Sarma, S. (2013) The Magic Beyond the MOOCs Boston MA: LINC 2013 (recorded presentation)
Tamim, R. et al. (2011) What Forty Years of Research Says About the Impact of Technology on Learning: A Second-Order Meta-Analysis and Validation Study Review of Educational Research, Vol 81, 1
Wedemeyer, C. (1981) Learning at the Back Door: Reflections on Non-traditional Learning in the Lifespan Madison: University of Wisconsin Press
Zawacki-Richter, O. and Anderson, T. (eds.) (2014) Online Distance Education: Towards a Research Agenda Athabasca AB: AU Press, pp. 508
Actividad 11.2 Definición de la magia del aula
- ¿Cómo definiría la “magia del aula”? ¿Qué hay en la enseñanza presencial que la hace especial, en comparación con la enseñanza en línea? Anote las tres elementos que considera son los más importantes.
- ¿Podría hacer lo mismo para la enseñanza en línea? Si no es así, ¿qué elementos hacen a la enseñanza en el aula especial?
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Bueno, no estoy seguro de ser la mejor persona para dar una opinión sobre este tema porque pasé la mayor parte de mi vida enseñando a distancia o en línea, aunque he enseñado también de manera presencial en universidades y escuelas. Profundizaremos más adelante en este capítulo sobre qué es lo que hace que la enseñanza presencial sea única en comparación con el aprendizaje en línea. Creo que es más fácil pensar en la importancia de la enseñanza presencial en el sistema escolar primario que en el sistema secundario. Obviamente, en el sistema escolar, los adultos tienen que asumir la responsabilidad por los niños pequeños, de cuidado y relacionarse muy estrechamente como padres sustitutos, que es lo que suelen ser los maestros, especialmente en las escuelas con rangos de edad más jóvenes. Por supuesto, la enseñanza del comportamiento social es de vital importancia y solo se puede hacer cuando hay personas juntas. Es decir, solo podemos enseñar el comportamiento social personal en ese tipo de entorno. En la universidad, nuevamente hay diferencias, depende de las asignaturas, la importancia de la enseñanza presencial versus la enseñanza en línea.
Permítanme comenzar un debate: creo que uno de los temas más importantes de la educación secundaria es la vinculación con otros estudiantes, es el sentido de comunidad y de pertenencia a una institución junto con otros estudiantes. Son de particular importancia las redes sociales, ya que dan relevancia a las instituciones no tanto como la enseñanza, pero el hecho de conocer a otros colegas, si así lo desean, puede ser muy útil para ellos en el futuro. También reitero el aprendizaje colaborativo, sea tomando un café o en el ámbito de trabajo es una forma muy importante de aprendizaje. Muchas de estas situaciones se pueden dar también en línea, relacionarse, establecer contactos en línea, como Linkedin por ejemplo, aprender colaborativamente en línea, aunque se puede cuestionar si la calidad es tan intensa como presencialmente. La segunda razón, para la educación presencial es el entretenimiento, eso es lo que más me gustó de ser un estudiante universitario, tanto como las áreas académicas que también disfruté. Tal vez en los clubes deportivos, estudiando en el extranjero es donde aprendí sobre cultura e ideas como la ciudadanía. Fuera del aula, con personas de ideas afines, y en las instituciones educativas con otros estudiantes tratando de cambiar el mundo. No hay que subestimar la importancia de este aspecto. El otro argumento es el acceso directo a los profesores, que es posible si se tiene un número bastante pequeño de estudiantes y un número muy grande de profesores. En muchas instituciones hoy en día, encontrar un profesor casualmente en lugar de programar una cita puede ser bastante difícil.
Otra ventaja de asisitir presencialmente es el acceso a los recursos, laboratorios, bibliotecas, equipos, etc., que puede ser particularmente importante en algunas áreas temáticas, y puede ser muy difícil de lograr si no se va a la universidad o escuela. Aunque a veces se puede tener acceso a equipos más modernos y actualizados en los ámbitos de trabajo que cuando se es estudiante. De nuevo, depende del contexto del alumno.
Las clases pequeñas con grupos de tutores, creo que puede ser la situación ideal. Tener un tutor cada tres estudiantes y un profesor, eso es genial. Pero eso no es muy común en estos días, incluso pensé que tuve la fortuna de tenerlo cuando fui a la universidad. Con la educación masiva, el ratio, la proporción de estudiantes por maestro es tan alta que es realmente difícil experimentar la sensación de aprendizaje intenso en un grupo pequeño. Creo que todo el mundo debería tener la posibilidad de ir a una universidad o a un colegio universitario, y a veces, más de una vez. Aquí me refiero al aprendizaje continuo, a lo largo de la vida y me refiero a la necesidad de seguir aprendiendo aún después de haber estudiado cuatro o tres años en la universidad. Entonces, se podría decir que es necesaria la enseñanza presencial cuando se es mayor. Creo que esa es la gran pregunta. Porque en estos días el aprendizaje se va dar tanto cuando se es mayor que cuando se es joven.
La razón por la que planteo esto es porque creo que hay circunstancias en las que la enseñanza presencial tiene algunos beneficios únicos sobre el aprendizaje en línea o mixto. Lo que hemos hecho es ser precisos al aclarar cuáles son los beneficios, suelen ser amorfos y más generalizadas. Y creo que en el futuro el reto de la enseñanza presencial es tener muy claro cuáles son sus beneficios, y cuàndo se debe aplicar en lugar del aprendizaje en línea. Espero que podamos profundizar en este aspecto en este capítulo. Gracias!